¿Y si pensamos diferente? (2 de 2)

¿Y si pensamos diferente? (2 de 2)

Elisa Elena González

Si las mejoras educativas vienen de la mano de la innovación ¿Por qué nos es tan difícil dar ese salto y cambiar?

Hay un punto en el camino en donde toda buena idea se frena, donde las buenas intenciones se quedan estancadas y se convierten en utopías, en imposibles. Sin duda no es sencillo cambiar, requiere de mucho arrojo. Pero no es imposible y las grandes naciones nos dan cátedra en ello.

No pedimos un salto al vacío ni mucho menos. Pedimos rigurosidad, porque no me cabe duda de que somos capaces de planear, de calcular el riesgo de nuestras decisiones y de responder con soluciones cuando las cosas no van bien.

El Covid-19 nos puso en la cara una verdad olvidada “La escuela somos todos” y si realmente somos todos ¿Por qué no cambiamos a un modelo híbrido que permita jornadas de clases semipresenciales? Seguimos enfrascados en la idea de que la única forma real de aprendizaje descansa en la formalidad del sistema. Nos está costando mucho aceptar que un equipo de apoyo integrado por padres, madres y líderes comunitarios suma, nos hace bien, es necesario y que hoy, más que nunca, es “la opción”.

Miremos hacia un proyecto educativo de naturaleza comunitaria y ampliamente participativo. Si queremos resultados diferentes debemos actuar diferente. Las innovaciones educativas nunca surgieron en el aislamiento y desde la verticalidad; están vinculadas a la propia realidad educativa, a la cooperación, al involucramiento social y a una mirada vasta de la actualidad, que de como fruto nuevas perspectivas y procedimientos.

Potenciemos el uso de los espacios públicos y pensémosla como una estrategia que no debemos dejar de lado. En el interior del país nuestras provincias y comunidades tienen espacios hermosos, muy dignos y que son desperdiciados o pobremente disfrutados por la falta de creatividad de nuestras autoridades y de nosotros mismos. Si nos preocupa que nuestros estudiantes estén en espacios pequeños, respirando el mismo aire, pensemos en hacer del espacio abierto nuestra aula y que a partir de ahora esos espacios se conviertan en amplios, novedosos y creativos ambientes de aprendizaje.

¿Qué tan difícil es hacer posible una alianza entre los Distritos Educativos y los Gobiernos Locales? Si la intención es potencializar y recuperar -en muchos casos- espacios públicos vitales. Podemos convertir nuestros campos, parques y montañas en grandes escuelas, ¿Por qué no? permitamos a nuestros chicos estar en contacto con la naturaleza y salgamos. Saquemos nuestras butacas, mesas y tomemos el sol, disfrutemos del aire fresco.

En la entrega anterior destacábamos la importancia que tiene una planificación consciente y una descentralización respetuosa de la idiosincrasia de cada provincia y al mismo tiempo de las terribles consecuencias de mantener nuestras escuelas cerradas.

Entonces esta no parece ser una idea tan descabellada.
Las escuelas al aire libre aparecen en los primeros años del siglo XX como establecimientos donde se cuidan conjuntamente la educación y la salud de los niños. En plena 1era. Guerra Mundial algunos se atrevieron a pensar diferentes. Hagamos de nuestra guerra contra el virus nuestra propia batalla a campo abierto.

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