¿Y usted?

¿Y usted?

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
En este mundo traidor, nada es verdad, ni es mentira Todo se ve del color del cristal con que se mira. Se trata de determinar, ¿hay terrorismo bueno? Poco después de que apresaran al «Camarada Gonzalo», aquel Abimael Guzmán reclamó respeto para sus derechos. Había llenado de terror, luto y dolor al Perú, a la cabeza del grupo terrorista «Sendero Luminoso».

Escribí en el editorial de El Nacional lo curioso del caso: un violador permanente de los derechos humanos, enemigo de la democracia, tan pronto lo apresaron se convirtió en un manso cordero que reclamaba los derechos que había desconocido al ejercer el terrorismo en su país.

La democracia no debe ser un condón que sirve para que sus enemigos aprovechen sus instituciones para burlarse una y otra vez del sistema.

En estos días se acabaron los crímenes perfectos. No importa donde se meta un criminal, siempre dejará una huella que la moderna ciencia policial logrará echarle mano.

Comandos libios que volaran un avión norteamericano llenos de personas, en Europa, fueron identificados, encarcelados y aprehendidos años después.

Fueron castigados.

El cubano Luis Posada Carriles, acusado de destruir un avión cubano con 73 personas a bordo, cuando sobrevolaba Barbados, es aclamado como un héroe por algunos. Posada Carriles es un luchador anticastrista que, como otros, trata de sacar del poder a Fidel Castro, a como dé lugar.

Fidel Castro gobierna Cuba desde 1959. Millares de exiliados, millares de presos políticos y un sinnúmero de fusilados hablan del respeto que tiene el régimen de Castro por los derechos humanos.

Cuando un grupo de terroristas musulmanes intentó derribar uno de los edificios del Centro Mundial del Comercio (World Trade Center), de Nueva York, en la década de 1990, el descuido de las autoridades norteamericanas, su falta de atención y, quizá, el engreimiento permitieron que fuera posible, tan fácil, el 11 de setiembre del 2001.

La tragedia del 11 de setiembre del 2001 ocurrió en el 28 aniversario, 11 de setiembre de 1973, de otro terrible acto de terrorismo: el derrocamiento del gobierno y asesinato del presidente Salvador Allende Gossens, elegido democráticamente para agotar un período constitucional. El caso del 2001 sacudió el mundo porque ocurrió en el país más poderoso del mundo, donde nunca ocurrían actos de terrorismo en tal escala, salvo la voladura de un edificio público en Oklahoma, también en la década de 1990.

El terrorismo impuesto en Chile por militares inspirados, apoyados, alentados y protegidos por el gobierno de los Estados Unidos, produjo más muertos que el acto del 11 de setiembre del 2001.

Aquella tarde de viernes de 1964, una garúa mojaba el aeropuerto de Maiquetía, en Venezuela. Un grupo de gente se arremolinaba cerca de unos matojos. Pregunté, un empleado me dijo: un niño corrió tras su pelota, entró al matorral y se oyó el estallido de una bomba. Lo mató.

Desde entonces soy enemigo del terrorismo.

Hay quien acepta aquello de «el fin justifica los medios».

Yo no.

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