Ya es hora de que dejemos los rizos tranquilos

Ya es hora de que dejemos los rizos tranquilos

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Ensortijados, doblegan al viento. No se dejan moldear, se rebelan porque sí y hacen lo posible por no alejarse de su naturaleza: domarlos es tan difícil que, en ocasiones, es mejor rendirse ante ellos y dejarlos ser.
En esta sociedad, sin embargo, resulta complicado dejar que los rizos hagan lo que ellos quieran. Mal vistos e incomprendidos, para muchos los rizos deben ser escondidos, aplacados y lastimados a golpe de químicos y calor: deben morir.
La mejor prueba de ello es que aún hay escuelas y colegios que prohíben a sus estudiantes llevar el pelo rizado, tal como sucede en empresas que entienden llevar el pelo rizado es informal, chabacano y descuidado.
El prejuicio es tal que para el director del Liceo Unión Panamericana fue un desafío a la autoridad que un grupo de muchachas llevara el pelo al natural el lunes pasado, respondiendo a un llamado del movimiento Cero Discriminación RD.
Si bien es cierto que ellas incumplieron las reglas al ir con el pelo tal como se lo legaron sus genes, resulta incomprensible que que existan reglas así: ¿por qué si la Constitución de la República dice que todos somos iguales y no podemos ser discriminados, se discrimina un tipo de cabello? ¿Por qué se nos quiere obligar a llevar el pelo lacio a pesar del esfuerzo que eso significa?
Muchos dirán que sangro por la herida y tienen razón: a los 18 tenía un inmenso pajón rizado que terminé aniquilando a los 22 porque la presión pudo más que yo. ¡Me costó años entender que mi pelo no era malo y que podía liberarlo! ¿Hasta cuándo seguiremos negando que la negritud es más fuerte que los prejuicios? Ya está bueno de querer parecer arios. Dejemos los rizos tranquilos.

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