Hace unos días escuchaba que la salud mental es considerada ya en EEUU una epidemia, en virtud de que afecta a una de cada cuatro personas en el mundo hoy en día. Y es que hay cada vez, mayor necesidad de concienciar sobre los problemas de salud mental y ayudar a facilitar el acceso de los pacientes a unos servicios de salud mental eficaces, modernos e integrales.
La salud mental abarca una amplia gama de trastornos, siendo probablemente los más conocidos aquellos relacionados con la depresión.
En muchos países del mundo la prevalencia de los problemas de salud mental es muy alta, llegando a alcanzar un poco más del 20% de la población adulta que haya sufrido al menos un tipo de trastorno de salud mental en los pasados años, lo cual implica una enorme carga para las personas, la sociedad, los sistemas sanitarios y la economía en general. En términos de gastos médicos directos e indirectos, las enfermedades mentales generan unos costos económicos totales de cifras sumamente alarmantes que incitan con urgencia tomar más medidas para hacer frente a la epidemia de salud mental, un problema generalizado que, en cierta medida, sigue pasando desapercibido.
Hace tan solo unos meses el ministro de Salud Pública, Rafael Sánchez Cárdenas, señaló la inequidad social y la pobreza como factores que actúan como condicionantes de la salud mental en República Dominicana, donde más del 20% de la población posee algún trastorno psicológico. Y destacó además que otros detonantes son la marginalidad, el estigma, la violación de los derechos humanos y la falta de atención oportuna, especialmente a partir de la preadolescencia, ya que el 40% de los trastornos de salud mental, como depresión y ansiedad, son debutantes a los 12 años. De manera que existe una necesidad inminente de atender cuanto antes, los servicios de salud mental en República Dominicana.
Las intervenciones en materia de salud mental, según la misma OMS, deben formar parte de una estrategia integrada de salud y bienestar que abarque la prevención, la detección temprana, el apoyo y la reincorporación o readaptación. Y tengamos en cuenta que los servicios y los profesionales de la salud ocupacional debemos siempre ayudar a las organizaciones a aplicar estas intervenciones donde estén disponibles, pero incluso cuando no lo estén, se pueden introducir una serie de cambios para proteger y promover la salud mental. Pero definitivamente, la clave del éxito consiste en implicar a las partes interesadas y al personal de todos los niveles cuando se lleven a cabo intervenciones de protección, promoción y apoyo y cuando se evalúe su eficacia.
La OMS en lo relativo a las políticas a escala mundial, menciona que como parte de su Plan de acción sobre salud mental (2013-2030) establecerían los principios, los objetivos y las estrategias de aplicación pertinentes para promover la salud mental también en el lugar de trabajo. Lo cual me parece fenomenal, porque no cabe duda que como señalan, es imprescindible tratar de tener en cuenta los determinantes sociales de la salud mental, tales como el nivel de vida y las condiciones de trabajo; prevenir y promover la salud, incluida la mental, mediante actividades que, entre otros aspectos, reduzcan la estigmatización y la discriminación; y mejorar los servicios de salud, incluidos los de salud ocupacional, para ampliar el acceso a la atención científicamente contrastada.