¡Ya está bueno de tanta “amabilidad”!

¡Ya está bueno de tanta “amabilidad”!

En el habla de ciertos galleros y también de “soneros” se dice que cuando a algún adversario se le propina una tunda bien dada o merecida le han dado “el golpe de bibijagua”. Desconozco la etimología de tan curioso giro de nuestra lengua, pero la sabrosura le viene como anillo al dedo a la situación resultante de que el Senado haya escogido a un reformista para integrar el Consejo de la Magistratura sin esperar a ver si al electo y no asumido higüeyano Amable Aristy Castro le daba la gana de presentarse al Congreso a posesionarse de su curul.

 Resulta que en previsión para que no se repitiera lo que hizo un senador perredeista hace muchos años, que fue poner a un compañero de partido en vez de uno de otro partido, al hacer la nueva Constitución se dispuso que el segundo senador, aparte del presidente de esa cámara, que debe integrar el Consejo de la Magistratura, sea de un partido distinto al del que preside ese hemiciclo.

Aristy Castro arguye que como él fue elegido en la boleta del PRSC sin aliarse al PLD es el único senador que cumple la disposición constitucional y por tanto reclama como suyo el asiento en el Consejo de la Magistratura al cual fue electo la semana pasada el senador reformista Félix Vásquez.

El argumento de Aristy Castro es tan macondiano como él mismo, puesto que ¿cómo iba el Senado a elegirlo a él si ni siquiera se ha dignado en asumir su puesto de senador prefiriendo seguir guisando perdices y guineas en la secretaría general de la Liga Municipal Dominicana? Además, ¿acaso no es Vásquez un senador reformista y no peledeísta? Claro que sí. ¿Borra la alianza la nomenclatura partidista? Claro que no.

La importancia del Consejo de la Magistratura es que éste designa a los jueces. Es entendible que Aristy Castro, nostálgico de su antiguo paso por el Senado –del cual fue presidente- golosee la importancia política de ello. Pero como dicen los gringos: nadie puede tener un bizcocho y también comérselo, o lo tiene o se lo come. Y en su indecisión el higüeyano cayó víctima de su propia glotonería política.

El golpe de bibijagua dado por el Senado a Aristy Castro merece apoyo de la mejor opinión pública, no sólo por legal sino por su profunda significación anti-macondiana.

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