Ya están llegando los rolones

Ya están llegando los rolones

Ayer escuché un alablanca cantar y me alegró: ¡están de vuelta los rolones! Las palomas, rolones, rolitas, tórtolas, perdices y otras aves de la familia columbidae, son todas comestibles y muy apreciadas en diversas culturas, entre ellas la caribeña. Las palomas urbanas, consideradas “ratas con alas”, no son apreciadas a causa de su dieta y hábitos, distintos a los de palomas, tórtolas, rolones y perdices que cuando están en su hábitat natural son cazadas y consideradas exquisitas, como es el caso de la codorniz, cuya carne es blanca a diferencia de las palomas, que es oscura.

En Santo Domingo, los rolones, tórtolas y palomas han sido muy apreciados. Recuerdo un discurso de Balaguer en que éste narra cómo en una época de gran pobreza los munícipes debieron comerse hasta las rolitas casi mansas que abundan todavía hoy en la ciudad.

Y Buenaventura Báez, para quien la sabana donde está hoy el Parque Independencia era un coto de caza de palomas, se burlaba de Meriño citando su origen humilde, que incluía haber andado de muchacho descalzo o en chancletas vendiendo palomas por las calles.

Lo cual me recuerda que hay frecuentes menciones de estas aves, especialmente la perdiz, en toda la literatura, como es el caso del autor de “El conde Lucanor”, el rico político don Juan Manuel, considerado desde el siglo XIV uno de los padres de la prosa literaria en castellano, quien no perdía oportunidad de citar el valor gastronómico de las aves de caza.

Aquí, hace décadas, venían cazadores desde Puerto Rico a festejos rabelaisianos o pantagruélicos, al punto que casi extinguen las especies coronita y turquesa. En aquel entonces había tantas palomas, que los criadores de cerdos del este, especialmente entre Juanillo y Cumayasa, tumbaban los pichones de los nidos ¡para alimentar los puercos!

Durante la revolución del ’65, en mi casa había varios “freezers” horizontales llenos de rolones, palomas y patos cazados por mi papá, y hubo un apagón tan grande, que para evitar que se echaran a perder, los frieron todos y salimos a compartirlos con los vecinos.

El rolón posee una característica interesante y es que forma parejas monógamas, y tanto el macho como la hembra secretan un “calostro” o “leche de buche” con que alimentan a los pichones hasta que estos comienzan a poder comer semillas o granos, su alimento principal.

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