Ya no lo dejan robar bases
Vladimir Guerrero se adapta a otro juego

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Por Jorge Arangure Jr.
ESPN The Magazine

Sentado sobre un sofá de cuero rojo en la bulliciosa sede de los Angelinos, Vladimir Guerrero mira televisión. Hace cerca de una hora, él y su equipo derrotaron a los Tigres en una hermosa tarde de verano en California, y el hecho de que nadie está apurado por irse habla muy bien de la buena relación que existe entre los miembros del equipo.

Guerrero quiere ir a casa, pero aún no tiene la energía para hacerlo. Anotó una corrida, y después se cambió de ropa y con un par de shorts rojos y una remera gris se dispuso a descansar en el sofá. A su lado, un grupo de lanzadores jóvenes están discutiendo planes. Guerreo no dice una palabra, simplemente mira la televisión que obviamente está en inglés, una lengua que no maneja muy bien y tampoco se encuentra muy preocupado por hacerlo. Finalmente, Jered Weaver se dirige al jonronero, quien tiene fama de ser muy reservado, y en broma le dice, «Vlad, hoy por la noche vienes a Hooters con nosotros».

Guerrero se levanta del sofá y con una sonrisa irónica le contesta, «de ninguna manera». Y se retira.

Aunque se posiciona entre los punteros de la liga en promedio de bateadas y de carreras remolcadas, Guerrero no se apresura. Con los playoffs en el horizonte, tanto él con el equipo intentan asegurarse de que en el otoño será tan peligroso como lo fue en la primavera.

Por supuesto, para ello hubo que hacer algunos cambios.

A los 31 años de edad, el hombre al que todos llaman simplemente Vlad ya no es el jugador que bateó 39 jonrones y robó 40 bases para el Expos de Montreal del 2002. Este talentoso jugador podía tirarse para atrapar el balón desde el jardín derecho, sacar a un corredor del home y correr hacia todas las bases como se le antojaba. Pero aunque conserva la sonrisa y sus particulares intentos de bateo cuando los balones son malos, el cuerpo de Vlad ha estado conspirando contra él por años, forzándolo a dejar de jugar varias veces. La espalda, el hombro, las rodillas y ahora el codo–todas estas dolencias limitaron su efectividad, ya es difícil recordar cuándo fue la última vez que se pudo mover sin dificultad.

Esto significa que ya no se espera que robe, que pueda lanzar sobre los receptores, que se tire para atrapar los balones o que juegue en el jardín derecho todos los días (fue el bateador designado cerca del 20 por ciento de las veces–porcentaje que es muy probable que aumente por culpa de la tendinitis que sufre en el brazo con el que lanza). Vlad y los Angelinos aprendieron a los golpes lo importante que es liderar con su estilo despreocupado. Hace dos años, derrotaron a los Yankees en la Serie Divisional y parecía que había sido un encuentro con los Medias Blancas por el título de la Liga Americana. Pero Guerrero consiguió un solo hit, un hit dentro del cuadro, 20 turnos al bate, y los Angelinos cayeron en cinco partidos.

En aquel momento negó estar lesionado. Pero ahora admite que no era verdad lo que decía. «Intenté hacer mi trabajo, pero tenía problemas con el hombro», afirmó en español. «Por momentos los lanzamientos estaban allí y los perdía».

El problema comenzó en mayo del 2005. Cuando intentaba anotar desde la primera ante los Dodgers, Guerrero se resbaló pegando en el suelo primero con la cabeza y se dislocó parcialmente el hombro izquierdo, y tuvo que esperar un mes para recuperarse. En junio volvió para batear .443 y .340 en agosto, pero volvió a lesionarse el hombro, hecho que arruinó su postemporada.

Los Angelinos no pueden volver a pasar por lo mismo en octubre, pero suavizar la agresividad de Guerrero puede costarles caro. Él odia los cambios. Cuando era joven no firmó con los Dodgers porque el exigieron que sea más selectivo en el plato. Y todavía espera que le den luz verde cuando llega a una base–o que ocurre seguido considerando que su promedio de cacheo .327 y su promedio de embasadas de .405 se encuentran en sexto lugar en la Liga Americana. Pero tiene tan sólo dos robadas en cinco intentos. «Ya no me permiten correr», dijo Guerrero. «Creo que quieren que conserve mi estado físico».

Es un problema para el mánager, Mike Scioscia, a quien le gusta presionar a los oponentes. «Si no impulsa las carreras que necesitamos, no seremos lo suficientemente buenos», afirmó Scioscia.

Entonces, mientras que Vlad no robe, se quedará con jugadas cerradas, es nuestro estilo. Pero el mánager también admite que cuando guerrero se cayó al intentar anotar ante los Marineros el 28 de agosto entró en pánico. Después de un rato, Vlad se levantó, sin lesión alguna y sonriendo.

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