Por: Jessica Arno

Hija, hermana, tío, esposa, salieron un día como cualquier otro a realizar sus actividades cotidianas, pero aquel día común de pronto se convirtió en una catástrofe que aquellos que ya no volverán a casa, jamás imaginaron o vieron venir.

Sueños rotos, planes que no se concretaron, risas que ya no serán escuchadas y conversaciones inconclusas, ahora se ven sustituidas por el llanto, desesperación y agonía de aquellos familiares que esperaban que los que ya no volverán, regresaran al hogar aquel fatídico día.

Georgina y José con apenas dos años de casados tenían un sinfín de cosas por hacer, de metas que lograr… querían tener hijos, pero todo se derrumbó cuando llamaron a José para que fuese a identificar el cuerpo de su amada, “me sentí muerto igual que ella”, fueron las palabras que salieron de José.

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La  explosión ocurrió, muchos corrían despavoridos, algunos trataban de socorrer a los heridos, mientras que otros se resguardaban del peligro.

Las autoridades llegaron, hicieron todo lo posible por detener el siniestro. “Pero el daño ya estaba hecho”, comenzaron los informes.

Ante el estado de calcinación de varios de los cuerpos, los nombres de los fallecidos pasaron a ser cifras, números que daban cuenta de las muertes, de los desaparecidos y de los heridos.

Primero dos muertos, después 11, y luego 27, con cada informe más corazones se iban apagando

Con fotografías en las manos y una profunda tristeza y desolación, Los familiares de las víctimas recurrían las inmediaciones donde ocurrió el evento en busca de información sobre sus parientes.

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Conforme fueron avanzando las horas y las autoridades encontraban más cadáveres, la fe y la esperanza de poder encontrar a los que ya no volverán a casa se desvanecía. Con cada actualización del informe de las víctimas mortales los gritos, lágrimas y el desamparo aumentaban.

Esa situación se vio encarnada en María Vicente quien al encontrar el vehículo en el que se trasladaba su tío, expresó que las esperanzas le iban abandonando, temiendo lo peor, y solo deseando que las autoridades al menos encontrasen su cuerpo.

La explosión ocurrida en San Cristóbal ha consternado a la población dominicana, son muchas las figuras que de todos los estratos sociales se han solidarizado con las familias de las víctimas y han ofrecido su ayuda como apoyo.

 Lo más desgarrador, es que algunos de los que los cuerpos están totalmente calcinados, por lo que la identificación de estos se podría tomar hasta seis meses; tiempo en el que sus familiares esperan en las aceras a que les sean entregados los restos de sus parientes para darles el último adiós.

Hasta el momento, según las informaciones del Centro de Operaciones de Emergencia, COE, 28 historias terminaron aquel día, los que ya no volverán a casa, ahora forman parte de una de las más tristes historias que serán recordadas en el país.

Hasta el momento las causas reales de la explosión se desconocen, muchas son las especulaciones que se han dado acerca del caso, pero pocas las opiniones verídicas que arrojen luz y esclarezcan este lamentable suceso.

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