Ya pasó

Ya pasó

JOSÉ ALFREDO PRIDA BUSTO
Sí, yo sé que ya pasó. Se conmemoró hace unos meses. Por eso lo dejé para ahora. Para recordarlo un poco más allá. Porque somos gente del momento inmediato. Pensamos en las cosas en el tiempo justo en que suceden y luego las olvidamos. Con una facilidad pasmosa. Para siempre o hasta que vuelven a suceder, si se diera el caso. Poco después del hecho, ya no queda nada.

Como si nunca hubiera acontecido. Hay muchas cosas que tendríamos que mantener permanentemente activas en nuestra conciencia. Y, obviamente, no lo hacemos. Tenemos que educar la memoria. Acordarnos de recordar.

La significación del 27 de febrero debería estar presente para nosotros en todo tiempo y lugar. Grabada de manera indeleble. Sin ella, no llegaremos nunca a ninguna parte. En aquella fecha gloriosa en que fue declarada nuestra independencia, muchos héroes dieron su sangre y sus vidas para que los que permanecieran y los que llegaríamos en el futuro fuéramos libres e independientes. Tuvieron siempre en sus mentes tanto a los que compartían con ellos la vida en aquellos momentos como a los que vendrían en tiempos posteriores.

Un día de este febrero recién pasado, llegó en un periódico una bandera dominicana con una frase felicitándonos a los Dominicanos (con mayúscula, signo de importancia) por cumplir un día más siendo libres. Me quedé pensando. ¿De verdad somos libres? ¿Independientes? ¿Hasta qué punto? Y no me interesa entrar en discusiones con los modernos «patriotas» que pueblan, sobre todo, los cargos públicos y representativos. O se van aferrando desesperadamente a los escalones que llevan a esos cargos.

Libres. Dicen que somos libres. E independientes. Que no haría falta decir esto último. El que es libre no depende de nada. Libre es el que no tiene preocupaciones que no correspondan a su responsabilidad. El que no tiene que levantar los brazos en señal de rendición ni ponerse de rodillas en señal de sumisión. Porque si tenemos miedo, cualquier miedo, de cualquier cosa, ya no somos libres. Como personas, somos libres cuando nuestras únicas preocupaciones deben ser cumplir con nuestras obligaciones lo mejor que podamos de acuerdo a nuestras capacidades. Como individuos, como trabajadores, como padres, como miembros de la sociedad. Una sociedad que no es patrimonio exclusivo de dos o tres. Que nos pertenece a todos y es responsabilidad de todos.

No es libre el que no tiene comida. No es libre el que no tiene educación. El que no tiene salud. El que no se atreve a salir a la calle porque pueden asaltarlo y hasta matarlo. El que tiene que utilizar un medio de transporte inadecuado y caro. El que se queda preocupado porque a un hijo pueden inducirlo a consumir drogas. El que tiene que dormir con un ojo abierto porque pueden robarle algo. El que padece la falta de energía eléctrica. El que tiene que soportar los abusos de otros que se creen superiores a él. El que necesita permisos especiales y mil documentos para poder viajar. El que ve a los poderes político y económico hacer lo que les da la gana. El que siente que lo pueden engañar. El que no encuentra a nadie que pueda defenderlo. El que… Muchas cosas. Demasiadas.

¡Independientes! ¿Quiénes son independientes? El que debe algo depende de sus acreedores. No puede hacer todo lo que quiere. Es vigilado para que cumpla con sus compromisos. Por otra parte, el país que no ha conseguido un buen nivel para competir en el mercado en igualdad de condiciones depende de convenios con otras naciones. Queda muchas veces la inquietud de hasta que punto benefician o perjudican a la mayoría. Los manejan minorías. Minorías que nunca se sabrá cómo trabajan para que, supuestamente, el país alcance algún día el nivel necesario de industrialización y de producción. De educación y salud. De desarrollo.

Los corruptos que se apropian del erario público. Los dirigentes irresponsables que no proporcionan a sus pueblos lo básico para cubrir decentemente sus necesidades. Los que no educan. Los que corrompen. Los que engañan. Los que trafican con drogas y personas. Los que firman los «ventajosos» tratados internacionales. Los que otorgan contratos de cualquier manera. Los que venden el país, a veces ni siquiera al mejor postor. Los que acaban con los bosques. Los que contaminan. Los que se venden para defender ignominias. Los que se reparten los terrenos que pertenecen al patrimonio comunitario. Los que se burlan de las leyes. Los que no las hacen cumplir. Los que hacen mal el trabajo por el que les pagan. Esos… ¿piensan en los que conviven con ellos? ¿En los que comparten el país en el mismo tiempo? Y más importante: ¿piensan en el futuro? Un futuro que incluye a sus propios hijos y demás descendientes. Como hay que repetir incansablemente. Algunos de ellos son de los que, según sus propias palabras, se desviven para hacernos libres, pensando siempre en la Patria y teniendo a Dios como guía.

Mientras tanto, ya no hay nadie que grite Dios, Patria y Libertad, de verdad. Como lo quiso Duarte.

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