Yahvé y el arte de gobernar (3)

Yahvé y el arte de gobernar (3)

Rafael Acevedo

Todo gobernante debe ser buen comunicador, así sea tan solo respecto a aquellos a quienes da instrucciones directas sobre su Plan y las ejecutorias cotidianas. Y debe poseer un entendimiento pleno de la psicología de su pueblo para definir correctamente las estrategias de comunicación sobre asuntos fundamentales relativos a su legitimidad como gobernante, y al cumplimiento de sus disposiciones y ordenanzas.
De acuerdo a los textos antiguos, Yahvé utilizó, de manera expresa y sistemática, los principios de comunicación y publicidad masivos. Prefigurando lo que serían el cine y la prensa, produjo situaciones de gran dramatismo actuales, realizó verdaderos artilugios mnemotécnicos, episodios en serie, como las diez plagas, y muchos otros portentos. Expresamente ordenó a su pueblo escribir sus experiencias, y especialmente les recomendó componer cánticos que fuesen aprendidos por todos, y celebraciones para diferentes fechas y épocas del año, cada una con rituales y ceremoniales específicos que fortalecerían la recordación a través de siglos; verdaderas columnas de la cultura y la identidad del pueblo, y de la lealtad a sus propósitos, persona y gobierno.
Los padres fundadores de naciones, pero también los grandes dictadores aprendieron de esos relatos. Las manifestaciones, desfiles y celebraciones de adhesión al Jefe, a Hitler, y demás; las composiciones de himnos, cantos populares y marchas de las grandes bandas de música, tienen antecedentes en estos hechos bíblicos.
De lo más característico del Dios del Antiguo Testamento, era el rigor de la instrucción y la disciplina: Un sistema detallado de normas y procedimientos escritos que incluía hasta que el que fuere a defecar, aun en el desierto, debía tomar una pala y retirarse a la soledad y enterrar los excrementos. Miles de años antes de que Pasteur descubriese las bacterias y los agentes patógenos, el Plan de Yahvé, sin explicaciones incomprensibles en ese entonces, contenía normas de higiene, selección y preparación de alimentos que obviamente solo Yahvé podía dárselas. El baño frecuente, el lavado obligatorio de manos, genitales y otras partes del cuerpo eran, explícita y rigurosamente advertidos, con las sanciones correspondientes para ayudar a memorizarlas.
Reglamentaba más rigurosamente los aspectos morales de las conductas de sus hombres de armas, que la preparación física y estratégica de estos. Pero el estratega era Yahvé en persona. Regulaba cuidadosamente el trato con extraños o extranjeros, procurando la salud física, pero sobre todo espiritual, ya que la fortaleza de sus gentes estaba a prueba constantemente por situaciones naturales y por el trato y el enfrentamiento con enemigos. Sánchez Ramírez en la batalla de Palo Hincado, dijo: “Pena de la vida al soldado que vuelva su cara atrás; pena de la vida al tambor que tocase la retirada; (…) del oficial que lo mandase…, aunque fuese yo mismo”. Yahvé tenía por orden que fuera echado o fusilado cualquiera que amenazase o pusiera en peligro el Proyecto de Salvación que, con otros métodos y otras técnicas, más tarde entregaría a Jesucristo. El Plan más hermoso jamás concebido. Fundamento y sustento de la civilización mundial, aunque gran parte de los humanos aún no lo comprenda.

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