Yaque del Norte agoniza

Yaque del Norte agoniza

UBI RIVAS
En ocasión de conmemorarse el día cinco del presente mes de junio el Día Mundial del Medioambiente, la Sociedad Ecológica del Cibao (SOECI) sugirió al Congreso Nacional declarar en situación de emergencia el otrora caudaloso río Yaque del Norte, hoy en penosa y total agonía.

Desde hace varios años este servidor de todos ha escrito decenas de artículos impetrando a los gobernantes de los tres partidos políticos mayores que se han turnado en la conducencia del destino nacional, rescatar al ex río Yaque del Norte, el otrora Nilo dominicano.

Editoriales de todos los diarios, articulistas de todos los periódicos, productores de programas de radio y TV, diferentes iglesias, católica, protestante, han externado su preocupación no solamente por la escualidez del aforo del Yaque del Norte, sino a su gravísima polución, que comienza en Jarabacoa, donde sus moradores empiezan a lanzar al cauce de agua toda suerte de porquerías y después cuando se planea desviarlo del poblado, empiezan a protestar por algo que no cuidan ni tienen derecho a tener.

Pero es cuando Yaque del Norte circunvala a Santiago de los Caballeros cuando recibe la más grave y constante de las ofensas, cuando mis coterráneos de mi patria chica, lanzan más de veinte toneladas diarias de basura, más las industrias que descargan sus químicos y líquidos a altas temperaturas al lecho del Yaque del Norte, convertido en una virtual cloaca nauseabunda y pestilente.

En su programa para una segunda sindicatura, el reelecto síndico José Enrique Sued no he visto que incluya rescatar Yaque del Norte de la letal descarga de sólidos y químicos que vierten los santiaguenses en el curso de agua, que envenenan, matan el plancton y hacen imposible el menor signo de vida ictícola.

Esa cantidad enorme y criminal de desperdicios y químicos la arrastra la escuálida vena de agua que es hoy Yaque del Norte, por toda la línea Noroeste, haciendo imposible su uso para ningún fin humano ni animal, y el reguío resulta harto peligroso por la toxicidad de sus aguas.

En mi adolescencia, mi papá me advertía que si iba solo a bañarme a Yaque del Norte y él lo sabía, me propinaría una pela, por el temor que tenía de las aguas recias de Yaque del Norte, que cuatro pasos de su orilla llegaba a la cintura de un hombre.

Los bañaderos de La Tora, Charco del Indio, Laguna Azul, la Chorrera de don Mendito Peralta, El Cemento, frente a la planta eléctrica de la ciudad, hace tiempo que no existen, porque la deforestación agotó hasta casi extinguir el aforo del otrora río que a principios del siglo pasado era navegable por barcos de cierto calado desde Montecristi, donde desemboca, hasta Mao, provincia Valverde, como muestran fotos de coleccionistas, historiadores y el Archivo de Santiago de los Caballeros.

Los gobiernos de los tres partidos políticos han hecho caso omiso al proceso de agonía y muerte inexorable de Yaque del Norte, que fue una vez la principal arteria acuífera de la isla Hispaniola en su cauce de unos 400 kilómetros, como ninguna otra en las Antillas Mayores, y en las Menores ni decir.

En el histórico informe que presentaron al presidente Horacio Vásquez en 1926 el doctor Juan Bautista Pérez Rancier y el ingeniero Miguel Canela Lázaro, luego de un recorrido de varios meses de su origen y cauce alto, recomendaban medidas proteccionistas, trasladar la población a otras áreas y reforestar las cabezadas de las principales fuentes acuíferas de la cuenca alta de Yaque del Norte.

Nada nunca se hizo desde entonces y el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo nunca dispuso la siembra de un pino ni tampoco lo exigió a quienes concedió permisos de explotación en la cordillera Central, que devinieron en potentados sin resarcir el área explotada ni sembrar nunca un pino.

Seguiremos luego con el tema.

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