Con el inicio de la diáspora hacia las regiones ignotas hacia donde hay solo un viaje de ida, el día ocho del presente mes de septiembre, a los 75 años, Yaqui Núñez del Risco concretiza su desmaterialización y penetra en el universo sin límites de lo imperecedero.

La versatilidad en los temas que trataba en los varios espacios de televisión que produjo, logró manufacturar la alquimia de la palabra, convirtiéndola en edulcorante, con el adobo como solo Yaqui elaboraba el condimento de la “cultura con sabrosura”.

El torrente de su improvisación, la ocurrencia repentista de su Larousse expresionista, el manejo con soltura de los intríngulis de personajes y casos en el discurrir de su nutrida mochila de primicias, fundieron el imán de las preferencias en una audiencia impresionante no solo por su dimensión, sino y lo que entre lo que le reputaron como un comunicador de excepción, su asiduidad pertinaz.

Yaqui Núñez del Risco manejó la palabra como uno de los juguetes que deleitaron su tránsito pueril en su oriundez de Santiago de los Caballeros, donde nació el 4-5-1939, cuna de otros comunicadores superbos como Emilio Nicolás Córdova Pereyra, el inmenso Caqui, y el internacional Ellis Pérez, tres ases de la comunicación insuperables.

La palabra, el instrumento sine qua nom del homo sapiens comunicarse y entenderse resultó en Yaqui Núñez del Risco materia dúctil con la que elaboró los banquetes visuales y guturales degustados por todos por más de cuatro décadas, en radio, tv y prensa, con un cero de coeficiente de rechazo, con un cero de palabras descompuestas, que marcaron las lacras de algunos que usaron los escenarios de multitudes, faltándole el respeto a la sociedad.

Siempreviva a su memoria, decencia, y gran clase humana, mensajero exquisito de las delicias astrales.