Yo creo en la diferencia de los pueblos…

Yo creo en la diferencia de los pueblos…

Un hombre brillante, observador y analista como Winston Churchill, legendario desde sus experiencias militares en Cuba, India,   Sudán y Africa del Sur,  Primer Lord del Almirantazgo durante la Primera Guerra Mundial y Primer Ministro en la Segunda, relata en el último tomo de sus “War  Memoires” (1951) que en diciembre de 1942,  pronunció  un discurso en la Cámara de los Comunes, en el cual trataba acerca de las diferencias entre franceses e ingleses, sus trayectorias,  convulsiones y resultados humanos. (Francia había pasado por Monarquía, Convención, Directorio, Consulado, Imperio, Monarquía, República, Imperio y finalmente República).

   En aquella exposición, originalmente  secreta, Churchill dijo que no es que él  estuviese defendiendo la mentalidad francesa ante la terrible derrota sufrida por ese  país ante los nazis, “y que sólo quería recordarle a la audiencia que el Todopoderoso, en su infinita sabiduría, no había considerado adecuado crear los franceses a la imagen de los ingleses” (…the Allmighty  in his infinite wisdom did not see fit  to create Frenchmen in the image of Englishmen).  Algo parecido dijo acerca de los norteamericanos y las circunstancias que movieron ciertas actitudes políticas en África del Norte que habían causado irritación en Inglaterra. Cada cual tiene sus grandezas y sus pequeñeces, sus razones y sus sinrazones.

    Es absolutamente insensato pretender homogeneidades interpoblacionales, como insensato es pretender cabales igualdades de criterio entre los individuos.

    ¿No hay gente mayormente buena y gente mayormente mala? ¿No existen los pacíficos y los violentos, los compasivos y los despiadados? ¿No hay de todo en esta extraña e indescifrable Viña del Señor?

   Es que de tanto ser móvil, la Creación no cesa en su actividad. En las  inmensidades del espacio exterior lo comprueban los astrónomos; los investigadores de lo insoñablemente  mínimo pasan de asombro en asombro al encontrar que toda micro-energía tiene detrás una fuerza inconcebible que la mueve y que es distinta de persona a persona.

  Copiando a Churchill, diré que el Todopoderoso en su infinita sabiduría,  no consideró adecuado crear a los haitianos como a los dominicanos. Ni a los europeos  como a los africanos,  ni tampoco igualó los resultados de las interminables mezclas raciales, aunque se hable de mulatos, mestizos, indígenas  o cualquier otro término.

   Todos estamos mezclados. No existen “razas puras” ni “razas superiores”, pero los grupos aunados en un pueblo, con sus trayectorias históricas, sus hábitos –producto de éstas- deben proteger su realidad nacional actual. Y empeñarse en mejorarla.

   Se debe cuidar lo que somos, por respeto a lo que fuimos y lo que nos formó.

Debemos atender la inmigración. Regularla como lo hacen otros países.

Respetar el derecho ajeno a la vez que hacemos valer y respetar los nuestros.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas