Yo soy el malo…

Yo soy el malo…

LUIS H. ARTHUR S.
En «La Escuelita» del domingo en la noche, donde nuestro señor presidente se presentó con sus funcionarios del sector eléctrico, se confesó sin ambages e hizo un recuento dirigido al fin de demostrar que no hay diferencia entre los que contratamos el servicio de energía eléctrica. En el Hoy de hoy del 17 Junio hay unas declaraciones de la Distribuidora Edesur donde de modo descarado y descarnado, sin rubor ni vergüenza nos informa que hay circuitos privilegiados.

Creo que en «La Escuelita» hablaron de 127 que se denominan A, y todos los demás se catalogan como B, C y D.

Los A tiene servicio continuo. Los B tienen 4 horas de interrupción diaria. Los C entre 8 y 9 horas y los D unas 10 horas. Esto es interrupción mínima, puesto que generalmente el tiempo es más.

Yo no me robo la energía ni nunca desde que en 1967 obtuve mi primer contrato del Estado lo he hecho. Hasta ahora ignoraba que hay clientes de primera, segunda tercera y cuarta viviendo en Arroyo Hondo. De hecho, pertenezco a esta última categoría de cliente.

Yo pago la luz religiosamente todos los meses, el mes pasado pagué doce mil y pico en la casa, tres mil y pico en mi oficina, y veintitrés mil de gasoil para la planta que nos sirve.

Estas cifras dan una imagen de la poca energía que recibo, y al igual que yo estamos todos los clientes de Cuesta Hermosa I, II, Puerta de Hierro y todos los vecinos hasta Bayona donde se extiende el circuito #3 de Arroyo Hondo.

Dice el artículo citado que Edesur «resaltó que no es responsabilidad (de ellos) que una persona, sea quien sea, inclusive funcionario del gobierno, viva en los circuitos C o D, que son los que más horas de interrupción reciben, debido a la ubicación de estos y a la baja proporción de pagos que realizan por el servicio que brinda Edesur a sus residentes».

Declaraciones más desafortunadas, arrogantes e irresponsables no pudieron haberse dado.

Es decir, yo soy supuestamente el responsable de vivir en mi casa en Arroyo Hondo, y que en mi circuito además de las urbanizaciones más exclusivas de Santo Domingo, también se alimente La Puya, los miles asentados detrás del Cristo Redentor, etc., y que los flamantes funcionarios de Edesur en su incapacidad gerencial, apoyados por el clientelismo político y el miedo que este gobierno les tiene a los sectores indigentes, no se atreva o pueda cobrarles a todo el que no paga. Yo, repito, que tengo un contrato de primera igual que los que tienen circuitos privilegiados, debo ser reducido a cuarta categoría por unos irresponsables, incapacitados y soberbios funcionarios, apoyados por el gobierno de su Excelencia don Leonel Fernández Reyna.

¿De quién es la responsabilidad de cobrar lo vendido? ¿Acaso es mía? ¿Soy yo quien está vulnerando la ley? ¿No tienen ellos que pagarme las interrupciones al doble del costo, esto es a $7.40 x 2 = $14.80 el KWh? ¿Qué dirá Protecom al respecto?

La verdad es que si ellos no pueden deberían hacer como las lombrices de tierra, esconderse completitos en el subsuelo.

El mensaje que estoy recibiendo es que debo robarme la luz. Que la honestidad no paga. Que los incapacitados le enrostran a uno el lugar donde vive, y más que eso, dicen que «inclusive funcionarios de Gobierno» no pagan, como si eso justificara que un señor por trabajar en el gobierno fuera más ciudadano que yo y tuviera más derecho y menos deberes. ¡Cuantas aberraciones!

La verdad es que uno llega a hartarse de tanto abuso y prepotencia. Yo necesito la energía para poder trabajar y crear muchos empleos como hago para poder vivir, por eso pago como de primera la energía eléctrica y todos mis impuestos. ¡Qué equivocado estoy! ¡Los funcionarios del gobierno y los ladrones de energía son los que están en lo cierto!

Ante esas declaraciones, secuela de «La Escuelita» de Leonel Fernández, sólo nos quedan tres caminos:

1- O nos robamos la luz, y somos felices.

2- O demandamos judicialmente, y tratamos de mandarle un mensaje contrario a esa partida de irresponsables que nos están gobernando.

3- O hacemos lo de siempre, nos quedamos callados y nos dejamos insultar y vejar.

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