Yoryi Morel no es un pintor costumbrista

Yoryi Morel no es un pintor costumbrista

POR JOSÉ ENRIQUE GARCÍA
Yoryi nació el 25 de octubre de  1906: con el inicio del  siglo XX. Y desarrolla su obra fundamental en el período que va desde la segunda década hasta finales del 1950: exactamente el lapso temporal en que se desarrollan, muchos de  los movimientos de vanguardia.

Por nacer, a Yoryi Morel corresponde ser un vanguardista central, desde luego si hubiese nacido y creado en un país que tuviese un desarrollo coherente de su vida social, política y cultural. Sin embargo, la República Dominicana acusaba un atraso en estos órdenes, debido al doloroso drama de su nacer y crecer como pueblo.

Y el arte se iba haciendo a empellones, sustentado fundamentalmente en individualidades _como acontece siempre en todas las latitudes_ pero en nuestro país se carecía  de reciprocidades, de compensaciones.

Al nacer Yoryi, predominaba en Santo Domingo un romanticismo decadente, y dentro de ese romanticismo, un costumbrismo pálido. Esto acontecía en todas las manifestaciones artísticas. Ahora, desde el Modernismo, vertiente del Simbolismo, ya rondaban por estos ámbitos las ideas contemporáneas.

El costumbrismo. Cabe detenernos en este concepto porque el mismo ha marcado una tendencia crítica que llega hasta hoy. El inventario de calificativos sobre Yoryi va en esa dirección. Se le ha calificado de pintor de Santiago, pintor cibaeño, pintor regionalista, pintor localista, pintor realista, pintor de provincias, pintor costumbrista. Esta última es la más socorrida porque envuelve o encierra a las otras modalidades.

Ahora, aplicar a las obras que se realizan en el siglo XX estos calificativos, no es lo más justos ni loables, pues se trata de actitudes anacrónicas, retóricas, descontemporalizadas e inexpresivas Ahora, ¿qué es el Costumbrismo?: una modalidad artística que alcanza que acontece en la primera mitad del siglo XIX. Una vertiente esencialmente romántica. El Costumbrismo en su momento constituyó un movimiento de avanzada como bien señala Mariano José de Lara (1809-1837) cuando escribió: “Este género, tal cual lo cultiva felizmente entre nosotros el Curioso parlante, es enteramente moderno y fue desconocido en la antigüedad” (Diccionario de Literatura Universal, Editorial Océano).

Este movimiento tuvo su actualidad viva, fue moderno y vanguardia de su tiempo. Se basó, principalmente, en la reproducción del comportamiento de los grupos sociales de la época. Tuvo al periodismo como su mejor aliado, de ahí el uso de seudónimos: Clarín, Fígaro. Características esenciales: el detallismo descriptivo y el color local. La descripción constituyó el procedimiento por excelencia De estas características proviene la imputación de costumbrista a Yoryi por los temas y motivos: paisajes, personajes, modos de vida, costumbres, creencias, etc. Mas no es el tema o motivo lo que determina la tendencia y las características de un creador, son las visiones y los procedimientos estructurales, los recursos retóricos. El costumbrismo que, aplicado en el momento en que surgen otras modalidades pictóricas, como es el caso de Yoryi Morel, se asume como “algo” insustancial, despectivo, descontemporalizado.

Yoryi fue y es, fundamentalmente, impresionista, con fuertes rasgos expresionista. Y su pintura responde a los mismos imperativos de los escritores de su época: Domingo Moreno Jimenes, Tomás Hernández Franco, Héctor Incháustegui Cabral, Franklin Mieses Burgos, Manuel del Cabral, Juan Bosch. Si  él es costumbrista, en el sentido ya descrito, también lo son estos escritores

La preeminencia del símbolo y de la libertad absoluta de la creación, tuvo su impulso inicial en el Impresionismo, la sistematización que hace Yoryi de los principios impresionistas lo coloca en el país como un perfecto moderno. Yoryi inicia la pintura moderna y netamente nacional en el país, a él le tocó desanudar los siglos de la tradición romántica, realista, costumbrista y fundar nueva vertiente partiendo esencialmente de los preceptos impresionistas.

Así, pues, a Yoryi, a esta altura de la historia del arte dominicano, se le sitúa y se le describe como un pintor costumbrista. Nada de malo tiene ser costumbrista. No obstante, si se le mira desde el punto de vista de la situación epocal en que realiza su obra, el calificativo no es lo más loable, sino más bien desdeñoso porque conduce a la inexpresividad. La tradición ha adoptado este calificativo por una única razón: los temas o motivos que sustentan muchas de sus obras. Mas reiteramos un principio capital de todo arte, el tema no hace obra ni califica, sino el tratamiento. El calificativo lo encontramos en textos primigenios sobre el arte dominicano, por ejemplo, Demorizi dice: “La pintura costumbrista aparece en Santo Domingo con Desangles, estimulado por su hondo criollismo, y con él un retorno a sus días de vida y de labores campestres, se dio a la grata faena de la pintura costumbrista, en la que dejó, entre otras obras, “Tratando el carbón”, óleo de 1896,”El retorno de la canoa” y “La pilastra de arroz”.

De Luis Desangles, pues, parte el costumbrismo pictórico que culminaría luego en el pintor dominicano de más extensa obra de ese carácter: Yoryi Morel”.

(Emilio Rodríguez Demorizi, La pintura Dominicana)

Esta nombradía de costumbrista se asentó en la historia, se prolongó en páginas, en actitudes críticas y llega hasta ahora. Rafael Díaz Niese en “Tres artistas dominicanos”“ Al fin aparece _! Al fin   _ un pintor netamente dominicano, Después del grande y glorioso Jaime Colson, para quien pintar No es atenerse fotográficamente a la realidad _pintura kodak _sino volcar en una tela, mediante sabias esquematizaciones de tonos, reales o irreales, todo contenido de una sensibilidad que sabe ver el mundo con ojos de poeta y logra pintarlo consentido musical. Sin imitar a nadie, por inspiración de la propia personalidad, alienta en Darío Suro la más vibrante modernidad”

(Cuadernos Dominicanos de Cultura)

Cuando Díaz Niese publica este artículo, en 1943, ya Yoryi Morel  tenía una obra consistente, tanto en cantidad como en calidad. Sus dos memorables exposiciones, la primera en  el “Club Nosotras”, en 1932; y la segunda, en El Ateneo Dominicano, en 1935, pertenecían a la historia del arte dominicano. De modo que esta exclusión, no fue casual. Tampoco la alusión “a la realidad_ _pintura kodak”. La calificación y, a la vez, descalificación como pintor moderno se dirigía directamente hacia Yoryi Morel, no hay duda.

Y Darío Suro, con quien comparte, junto con Jaime Colson, el ser los iniciadores de un arte moderno, lo califica de costumbrista. Aquí se consignan algunas imputaciones que han sido repetidas continuamente como válidas, y contribuyen al  desdibujamiento de la imagen real del pintor de “La Bachata”. Dice Suro:“Sin embargo, en la misma generación de Colson, la del 1900, nace Yoryi Morel, el artista criollo, el pintor que viene a respirar la gran pintura de los Museos norteamericanos, ya entrado en edad, cuando viajó por primera vez a New York. Desde sus comienzos, Morel inició una pintura costumbrista más que nacionalista, parecida al costumbrismo que Juan Bosch inició también en su novela La mañosa. Yoryi Morel es el típico autodidacta. Tuvo como maestro a la luz del trópico, y presumiblemente las reproducciones de las pintura de Sorolla que caían en sus manos le impresionarían profundamente..”

Veamos. Primero, Yoryi, antes de viajar a los Estados Unidos en 1947, ya había realizado la mayor parte de las obras que le sobreviven. De modo que la influencia de los museos norteamericanos no es tan decisiva. Segundo, Yoryi no fue un costumbrista desde sus inicios sino un impresionista. Llevó a la pintura lo mismo que hicieron los poetas y narradores, entre ellos Juan Bosch, cuya obra La Mañosa no es costumbrista, sino criollista y simbólica. Tercero, sobre lo de autodidacta, obviamente una referencia que tiende a minimizar su obra, ya hemos señalado que es una fragilidad; el pintor, más que otro artista, con las informaciones necesarias se hace en su taller, con el bregar constantemente, con persistencia. Igualmente, es insuficiente el señalamiento que se hace sobre la influencia tan marcada de Joaquín Sorolla. Sí hubo contacto con reproducciones del pintor español, como de seguro con otros pintores de la época, españoles y franceses, de modo que la influencia, si la hay, procede de la visión que del arte se tenía de que siempre es coincidente entre las sensibilidades epocales. Sobre Sorolla, en su diario, Yoryi anota lo siguiente: “10 de noviembre. Visité el Museo Hispánico. –Allí vi a Sorolla y a Zuloaga– lo encontré muy colorista pero con poca emoción. Un gran técnico, me refiero a Sorolla. Me dio la sensación como algo cínico –en fin, un gran desencanto–. Zuloaga también me desencantó, no encontré lo que esperaba en estos afamados del arte”.

Mientras hace estas imputaciones en el cuerpo del libro, en el prefacio, firmado en 1968, el mismo Suro reconoce la importancia de la obra de Yoryi y su carácter pionero en cuanto a lo nacional, cuando subraya: “Los comienzos de un arte dominicano vienen a salir a flote con el costumbrismo de Yoryi Morel, con ciertos brotes pictóricos nacionalistas del autor de estas obras, influidos por el nacionalismo racial de la pintura mexicana, con la generación de los nacidos alrededor de 1920 (Hernández Ortega, Noemí Mella, Clara Ledesma, Martínez Richiez, Guidicellí (tardíamente), Prats Ventós) y con los que forman la generación de los nacidos alrededor de 1930 (Peña Defilló, Eligio Pichardo, Toribio, Domingo Liz, Ada Balcácer, Gaspar Mario Cruz) y con la de los nacidos en la del 1940 (Bidó, Leopoldo Pérez, Oviedo (no por nacimiento), Santana, Ramírez Conde, Gontier, Elsa Núñez)

(Darío Suro, Arte dominicano. Publicaciones Ahora, C. por A.)

No deja de imputarle el calificativo de costumbrista a pesar de reconocerle ser el iniciador de una pintura realmente nacional, y si es pintura y testimonio a la vez, necesariamente tenía que tener como soporte los procedimientos retóricos propios de la época. Pues lo anacrónico no hace ley, no crea ruta a seguir, no provoca direcciones distintas a lo establecido.

Yoryi Morel no es un costumbrista porque los procedimientos que le son inherentes a su obra, los impresionistas en primera instancia, los que vienen de la tradición misma que también a él pertenecen, los que vienen de su razón íntima como creador, son los determinantes y los que clasifican. Ahora bien, lo de costumbrismo viene por los temas que trabaja. Ahora, ¿de qué asirse?, en una ciudad y un medio signados esencialmente por la ruralidad y por una urbanidad matizada por el campo. Recuérdese que en Santiago de los Caballeros, hasta los años 60, los burros y otros animales de carga eran amarrados en postes en la Calle del Sol, la principal arteria de la ciudad. “El Reguero”, un centro comercial de baratijas, de chucherías, prolongó esta práctica más allá de la década del 60. ¿Qué pintar? Lo que el ojo asume como válido, la trascendencia o no de eso que el ojo ve está precisamente en el tratamiento.

Nota: Este es u resumen de uno de los capítulos del libro Yoryi Morel: fundador y fundamental que publicará la Fundación Ceballos _ Estrella en los próximos meses.

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