Zanjas y lagunas cierran paso en prolongación 27 de Febrero

Zanjas y lagunas cierran paso en prolongación 27 de Febrero

POR MARIEN A. CAPITAN
La prolongación de la avenida 27 de Febrero, principal vía de desahogo que utilizan quienes se desplazan desde la capital hacia el norte del país, está en una condición crítica: zanjas y tramos sin pavimento se combinan para hacer el tránsito muy difícil.

Olvidada por todos los gobiernos, según afirmaron ayer algunos conductores que utilizaban la vía, un tramo de aproximadamente un kilómetro comprendido entre el entronque de la avenida con la autopista Duarte y la entrada de Manoguayabo, está en tan malas condiciones que ha sido cerrado en un sentido.

Según afirmaron trabajadores de una empresa cercana, hace un mes que ese tramo fue interrumpido. Acudieron algunos trabajadores para hacer un levantamiento y ver qué había que hacer, pero hace quince días se marcharon y no han regresado.

«El gobierno pasado comenzó los arreglos pero no terminó. Nadie lo hace. Lo peor viene cuando llueve. Ahí es verdad que se arma un verdadero caos», manifestó Enrique Guerrero.

Cuando llueve se forman lagunas y cañadas que los conductores no saben que hacer porque no pueden ver los hoyos. Por ello, según narró un conductor que no quiso identificarse, la gente maneja muy despacio y se tapona aún más toda la zona.

Sosteniendo que estaban tirando una base para bachear, Guerrero lamentó que no continuaran trabajando: las piedras, y los continuos hoyos, destrozan los vehículos que andan por ahí.

La prolongación de la 27 de Febrero está en óptimas condiciones entre la calle Isabel Aguiar, en Herrera, hasta el sector de Las Caobas.

Antes de llegar a las oficinas de la Oficina Metropolitana de Servicio de Autobuses (OMSA), viajando con destino a la autopista Duarte, aparecen las primeras zanjas que no desaparecen hasta que la vía se bifurca con la pista.

Pocos metros más allá comienzan a adivinarse los hoyos y la carretera se convierte en un amasijo de piedra sobre piedra. Para hacerlo aún peor, una tubería de la isleta se rompió, lo que ha hecho que no quede nada del pavimento.

A cinco minutos de este trozo está la zona cerrada. Tres camiones cierran el paso y, junto a ellos, un gran agujero de una tubería que se ha convertido en una charca de agua sucia en la que hay hasta libélulas. Los mosquitos, unidos al hedor, también están a la orden del día.

El cierre del tránsito un desastre. Como el otro lado de la vía se convierte en un camino de ida y vuelta, hay que esperar que los que vienen en dirección noroeste-este dejen pasar a quienes van hacia la Autopista Duarte.

Una vez sorteados los vehículos, se vuelve a la normalidad. Un trecho más allá, sin embargo, hay que retomar el camino original y volver a transitar sobre las piedras. Al hacerlo, cabe preguntarse si alguna vez hubo pavimento en esta zona.

Volver al camino no es muy agradable. Amén del tapón que se arma con las guaguas del transporte público -que hay que sortear como se pueda-, los conductores tienen que volver a lidiar con los hoyos que se suceden unos a otros. Además, como tampoco hay pavimento, hay que extremarse en el cuidado.

Así, en condiciones casi intransitables, está la prolongación de la 27 de Febrero, una ruta que utilizan muchas personas como atajo para llegar hasta la Autopista Duarte.

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