Zaragoza honra a la Virgen del Pilar

Zaragoza honra a la Virgen del Pilar

POR AURORA MARTÍNEZ
ZARAGOZA, España.- Al despuntar el alba de cada  12 de octubre los aragoneses y todo el pueblo español se apresta a celebrar una de las fiestas religiosas  más fervorosas y de mayor expresión de fe, como lo es la dedicada a la Virgen del Pilar. Vestidos con el traje  aragonés o baturro,  que representa la  tradición aragonesa y la fe cristiana, este pueblo se desplaza desde lugares lejanos hasta el casco más antiguo de Zaragoza para adorar a la Virgen con fiestas y alabanzas.

Un enorme jardín con flores de todas los colores  se forma a los pies de la Virgen, que es sacada  de su Santa Capilla hacia  la Plaza de la Basílica donde es ofrendada.

 Mañana, creyentes de toda España y de otras  latitudes del mundo, manifestarán su  profunda devoción a la Virgen del Pilar, en el    santuario que para la ocasión se improvisa    durante todo el día en festejos de recordación a su venida  como la Virgen María,  que según relatos antiquísimos, cuando ella moraba en el mundo terrenal, visitó Zaragoza  para alentar al Apóstol Santiago que se encontraba predicando el Evangelio a orillas del río Ebro.

Por la presencia  de la Virgen en  Zaragoza, que viajó  desde Jerusalén,  fue que se levantó su iglesia a unos pasos del Ebro, templo que con el trascurrir del tiempo fue sustituido por la majestuosa Basílica que hoy día   visitan 13 millones de devotos cada año.

Por ser mañana un día de visitas multitudinarias y en pos de preservar el interior de la Basílica y la Santa Capilla,  las autoridades eclesiásticas y de la ciudad, colocan en la plaza una réplica de la virgen, a  cuyos pies  los fieles depositan flores, mantos y obsequios en agradecimiento a los milagros obrados en  su fe. La exposición de la réplica   en la plaza se debe a la seguridad de la  pieza original,  que además de que su diminuto tamaño es de   36,5 cm. de altura,  la  Virgen del Pilar lleva una  corona Imperial,  aureola de brillantes, un  fulgor de rayos en oro y diamantes y mantos, más de trescientos, que son ofrendados por la religiosidad del pueblo español e  hispanoamericano. La  Virgen es vista en dos imágenes, una es con mantos  dentro de la Basílica, que son   cambiados periódicamente de colores. La otra imagen es  con la columna sin manto, en la que   muestra la guarnición semicilíndrica de plata labrada.

Esta última es la que exhibe los días 2, 12 y 20 de cada mes en recordación de la fiesta de la Venida el -2 de enero-, la gran Fiesta Nacional y  de la Hispanidad el -12 de octubre- y la coronación Canónica -el 20 de mayo 1905-. Uno de los mantos hispánicos es el de la República Dominicana, que viste la Virgen del Pilar cada 27 de febrero, en homenaje a nuestra fiesta  nacional.

Identidad pilarista en Hispanoamérica

El hecho de que la fiesta principal de la Virgen del Pilar coincida con la misma fecha en que en el 1492 Cristóbal Colón descubriera el Nuevo Mundo, permitió que en 1908 un grupo de embajadores de los países hispánicos depositaran a los pies de la virgen las banderas de sus respectivos países.

Esas  banderas  hispanoamericanas   forman parte de la colección de  mantos que viste la sagrada imagen de Virgen, cuya iniciativa fue solemnemente reaprobada por el papa Juan Pablo II, durante su peregrinaje  a ese santuario, definiendo a  la Virgen del Pilar como la Madre de la Hispanidad.

Desde 1908 esas banderas  hacen guardia de honor ante la Santa Capilla, en reconocimiento de que la fe cristiana vino a estos países desde España. Doce grandes pilares sostienen las cubiertas de las naves que se rematan en los tramos con cúpulas.

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