Zenshing: La mejora continúa

Zenshing: La mejora continúa

INDIRA BLANCO
En momento en que los dominicanos y dominicanas padecemos los efectos de la crisis económica causada por comportamiento no deseados de sectores externos a nuestra economía, y por mala administración del gobierno pasado, podría resultar conveniente para nosotros el observar con detenimiento, aún sea a título de ejemplo, el crecimiento industrial y la prosperidad económica que exhiben algunos países asiáticos tales como Japón, China, Corea del Sur y Singapur, y las provincias chinas de Taiwán y de Hong Kong.

El crecimiento de esos países y de esas provincias constituye uno de los fenómenos económicos de más sorprendente del siglo pasado y debe seguir de ejemplo a países como el nuestro que tratan de sortear una serie de calamidades que le impiden progresar al ritmo en que desean.

El Producto Bruto Interno del conjunto esas naciones asiáticas, en 1960, apenas representaba un 4% de la riqueza mundial; hoy, en esos países se produce más del 20 por ciento de las riquezas del planeta.

«Zenshing» significa «mejora continua», una de las cualidades mostradas por los países de esta región para el logro de sus objetivos.

El aumento de las exportaciones y de mercados donde vender los productos constituyeron las cartas de triunfo de la economía de Japón y de China y de los demás países asiáticos que citamos. Fue así como lograron multiplicar sus fuentes de riquezas y mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

El paradigma fue el senshin, el de la mejor continua, el de las adaptaciones y el de los cambios permanentes del modo y la forma de producir los bienes y servicios que demandaban.

Los logros en materia económica de esos países asiáticos son el producto de una voluntad colectiva de progreso y de desarrollo permanentes.

Esos Estados asiáticos, contrario a los predicamentos y a las recetas neoliberales, defendieron los productores nacionales, incentivado su trabajo creador y aliándose al sector empresarial para proyectos a corto y largo plazo.

Villamizar y Mondragón sostienen en su obra «Zenshing» que la inversión extranjera es desleal e inestable y que se puede desmantelar con mucha facilidad y trasladarse a otro países en cuestión de pocos meses o aún semanas y que la tecnología debe ser eminentemente nacional, aunque con fuentes de alimentación extranjeras. Según esos dos afamados economistas, lo verdaderamente sólido crea internamente. Esto, precisamente, lo que ha dado fortaleza y estabilidad al progreso de crecimiento económico de la región de la región Asia-Pacífico.

Volviendo a la realidad dominicana se podría argumentar que dichos países poseen otra idiosincrasia, otra historia, para justificar su progreso sostenido, sin embargo, hay un ejemplo viviente de que todo es posible con voluntad. Singapur hace más de 30 años era un país pobre, eminentemente agrícola, y un solo hombre Lee Kuan Yew, lo ha convertido en la perla del oriente. Lo hizo trasladando su visión revolucionaria a la práctica de la administración político económico de su país. Singapur es hoy un centro global de negocios donde operan más de tres mil compañías miltinacionales en las ramas de la manufactura, el comercio internacional, las finanzas y los servicios. Todo ello fundamentado en la calidad de los Recursos Humanos.

En República Dominicana un desarrollo de esa magnitud podría darse con una política macroeconómica sostenida en el tiempo. Dicha política deberá tender a mantener baja la inflación, incentivar la inversión, lograr un óptimo servicio eléctrico, crear un mercado financiero solido, y priorizar la educación. Estudiando siempre realidad dominicana y sus posibilidades.

En estos momentos estamos con las manos atadas por compromisos asumidos. De la crisis nos recuperaremos de manera gradual, sin embargo, podríamos ir sentando las bases. Solo siendo optimistas y perseverantes se pueden lograr los sueños.

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