Por Barry Zito
ESPN The Magazine
No creo que Barry Bonds necesite hacer algo especial como para reposicionarse como un héroe, y lo diría por más que no fuera mi compañero de equipo. La verdad es que no se le paga para que sea un héroe. Se le paga para que anote jonrones. Barry sólo necesita ser Barry.

Lo conocí en el 2001, en mi primera temporada completa, cuando los Atléticos jugaban en San Francisco. Recuerdo que en su momento iba por su jonrón número 73, y yo sólo quería saludarlo. Me saludó con una gran sonrisa, como si yo fuera un veterano de 10 años, y fue algo increíble. Luego se me acercó en el Juego de las Estrellas en el 2003, un par de semanas después de haber bateador su primer jonrón contra mí. «Finalmente lo logré», me dijo con una sonrisa. Se la devolví, y nos divertimos-¡El viento sopló a mi favor a último momento! Es uno de mis momentos más memorables.

El invierno pasado, Barry y yo nos encontramos cuando ambos estábamos entrenando en UCLA. El me solía contar acerca de los muchachos en el equipo, y solía pararse en mis sesiones de bullpen. Ahí es cuando le dije que quería que mi casillero estuviera al lado del suyo, y el sugirió que nos mandemos a hacer las remeras, las que dicen «No me pregunten a mi…Pregúntenle a Barry» en la espalda. Pensé que estaba bromeando hasta que un día las trajo al campo.

Cuando nos acomodamos en el AT&T Park noté que Barry tenía una silla regular como el resto de nosotros. ¿El famoso reclinable? Se había ido. Y eso me molestó. Estaba ansioso por probarla y hasta casi adquirir una para mi.

Me gustaría que todos pudieran ver al Barry que vemos nosotros. Es una persona increíblemente motivada, determinada y disciplinada. Lo que él hace requiere de un nivel de concentración que la mayoría de las personas no pueden entender. Si no quiere lidiar con hacer felices a todos ¿Y entonces que? ¿Acaso los fans preferirían tener un jugador promedio que es un excelente muchacho fuera del campo? Los niños quieren superestrellas.