Zoé Valdez entre la rumba y el miedo

Zoé Valdez entre la rumba y el miedo

Sostuvimos un encuentro con la escritora cubana Zoé Valdez, horas antes de que dictara su conferencia en la IX Feria Internacional del Libro.

En ese momento ya estaba advertida del movimiento que se fraguaba en su contra, aún así, decidió hablar sobre su país y sobre su literatura con sus lectores e interesados. Lo que conversamos con esta intelectual cubana nos dio la oportunidad de hacer un retrato humano de una mujer apasionada que defiende, como los que la adversan, la verdad en la que cree, su verdad.  Aunque necesite escoltas, aunque sienta miedo y deje salir de sus ojos sus impotentes lágrimas.

Soy rumbera, merenguera… y también lo otro

Por Marivell Contreras
Nos encontramos – previa cita, por supuesto-, con la escritora cubana de fama internacional Zoé Valdez, en una de las tantas salitas que hay en el lobby del hotel donde fue hospedada por la dirección de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo.

Allí estaba con un vestidito de algodón blanco, recibiendo,  con cierta impaciencia ya después de muchas entrevistas, a los periodistas de los distintos medios.

Cuando el periodista Alejandro González, que fue el que me precedió terminó, otro periodista Alfonso Quiñones nos llevó hasta donde su hermana de patria, nos presentó y le presentó su respeto y su intención de acudir a su llamado.

Tras hacerlo se marcha y una asistente le dice que recibió una llamada de una persona llamada Hipólito  que está en disposición de llevar un grupo de apoyo a la conferencia sobre Cuba que daría esa noche en el marco de la feria del libro.

Zoé le devolvió la llamada y le agradeció el gesto con evidente sinceridad.  Le dijo que estaba tranquila porque el subsecretario Avelino Stanley le había informado de todo y de las medidas que se estaban tomando para protegerla, además agregó el secretario (José Rafael Lantigua) le puso una persona a su lado que la hacía sentir «bastante segura» y en tono irónico agregó «espero que haya una ambulancia cerca por si me parten la cabeza».

Tras cerrar la llamada se volteó hacía mí y le pregunto que qué tan difícil se le hace hacer literatura y a la vez verse sometida a este tipo  de tensión y me dijo que cuando está haciendo literatura no siente ningún temor y que acude a los lugares a los que la invitan con el deseo de encontrarse con los lectores y leer sus poesías y contestar sus preguntas.

En este sentido nos dijo que tenía mucho deseo de encontrarse con los lectores dominicanos y que lo demás es el coste por decir lo que piensa y por adversar un regimen al que considera dictatorial poniendo entre comillas el hecho de que esta dictadura sea «de izquierda».

Zoé tiene los ojos claros, el pelo fino y el cuerpo pequeño y regordete y aún así tiene una mirada bonita y directa y una actitud tan a la defensiva que a veces uno puede llegar a sentirse como si la estuviera agrediendo.

Y es que ella nos confiesa que cada vez que se encuentra en una de estas situaciones, en cualquier país, vuelve a pasar por su mente todo el horror vivido en Cuba y se encrespa y estremece dibujando en su cara ese viejo y enraizado dolor, que pensamos le da valor para enfrentar el embate que siempre le viene.

Pero no, todo lo contrario, ella no se asume guerrera sino sincera.  Dice que lo único que hace es ser honesta cuando se encuentra con representantes de los medios de comunicación que le hacen preguntas que ella se siente en la necesidad de contestar honestamente.

Que tiene una línea de pensamiento y de repulsión que le ha granjeado la malquerencia de los cubanos en Cuba, a los que no fustiga porque entiende que estos han estado sometidos por muchos años a una campaña constante de propaganda pro Fidel.

Entiende que hay un 20 por ciento de los cubanos viviendo forzosamente fuera de Cuba, le decimos que en cierto sentido esto también le ha servido a Cuba de promoción y atención de los medios lo que ha logrado proyectar y ahondar el conocimiento sobre su música, su literatura y su cultura.

Los momentos más emotivos y donde siente Zoé más necesidad de hablar son cuando tiene que referirse a la dictadura a la que adversa con la misma pasión que el confeso Mario Vargas Llosa, autor de la Fiesta del Chivo.

A propósito del autor y de la película sobre la sangrienta dictadura de Rafael Leonidas Trujillo Zoé expresa su deseo de verla y nos dio seguridad de que la va a ver.

Ella que es una escritora de gran dominio de la imagen en la narración de sus novelas se ha visto afectada en uno de sus grandes sueños: ver sus libros en el cine.

Y es que cada vez que hay algún cineasta que quieren rodar una de sus historias se enfrenta a la censura del régimen cubano que le niega el permiso de grabación en su patria.

Zoé Valdez nos contó que su relación con el cine no viene a partir de sus estudios de cinematógrafía, sino a través de una tragedia personal que la llevó a vivir refugiada con muchas otras familias en un lugar que nisiquiera tenía baños lo que provocó que una taquillera de un cine cercano le permitiera a ella y a otros niños bañarse y usar los baños del cine en horario en que no había transmisión.

Este constante contacto con la pantalla grande la llevó a ver muchas películas y a convertirse en una amante del género y recuerda con cierto brillo en los ojos que «hubo películas que vi  40 y hasta 60 veces».

Para contrarrestar la censura y las restricciones a que han sido sometidas sus novelas, -que parecen haber sido escritas para el cine, le anotamos- Zoé ha decidido que ella y su marido, el cineasta cubano Ricardo Vega van a llevar al celuloide su novela  Nada Cotidiana y que pretenden realizarla aquí en República Dominicana.

Zoé ya está un poco nerviosa pues le queda por cumplir un compromiso antes del almuerzo con el escritor dominicano Marino Berigüete y decidimos acortar el encuentro con una última pregunta: ¿tienes miedo?

«No tengo miedo, pero tengo una hija y no quiero que lo que yo viví en Cuba, pueda ella repetirlo en otros lugares», respondió y tras una breve despedida desapareció entre las muchas columnas del espacio que fue su refugio de unos pocos días.

Margarite Duras

Cuando le preguntamos a Zoé Valdez por la crudeza de su lenguaje, que llega a zaherir el pudor de muchos de sus lectores y hasta el de algunos escritores, nos dice que ella escribe así, porque es ella, porque sino fuera en su lenguaje entonces ni sería ella ni sería esa su literatura.

Menciona entonces a dos mujeres a la que les ha manifestado en otras ocasiones admiración a Margarita Yourcenar y a Margarite Duras y de esta última menciona la reconocida novela El amante de la China del Norte  y aprovechamos para preguntarle si vio la película con el mismo título y nos dijo que sí y que contrario a todas las malas críticas que tuvo «a mí me gustó».

Y también lo otro

Quisimos saber si ser mujer y caribeña condiciona lo que escribe y nos responde con un rotundo si.  Nos pone como ejemplo que en Europa, donde vive, específicamente en Francia, estas dos condiciones le hacen pensar a ellos que «una no es consistente».

Que se trata de una persona que probablemente no puede mantener un trabajo ni una actitud y puede ser catalogada como «una rumbera y una merenguera».

Se mueve un poco y afirma «yo soy eso, rumbera y merenguera, pero también soy lo otro».

Un universo femenino

De niña Zoé Valdez se crió con su madre y su abuela, lo que la convierte en un producto de un universo plenamente femenino. Dice que su mayor suerte ha sido poder tener constantemente contacto con su madre, sentirla ahí.

Sostiene que su casa era una casa de divina locura femenina –y con esta afirmación vino un asomo de lluvia a sus grandes y claros ojos que reveló la sensibilidad de su corazón de poeta- y que en esa época  aprendió en el día a día de su madre y en la forma en que se las ingeniaba para resolver los asuntos cotidianos el estilo con que maneja su vida hoy.

En el caso de su hija Luna, no quiere pasarle exactamente lo que su madre le pasó ya que son mundos diferentes y a su hija le toca crecer en una época muy convulsionada y en una tendencia cada vez más propensa a la impaciencia por lo que se ve compelida a inculcarle paciencia y otros valores ausentes en la sociedad de hoy.

El ratoncito Miguel

Esa inofensiva canción infantil, tradicional de toda América, es la única canción infantil prohibida en algún lugar del mundo, y es precisamente en Cuba, nos dice Zoé Valdez.

Cuenta que la niña que interpretaba esta canción tuvo que salir de su país y me canta la parte que provocó la ira estatal «La cosa está, que horripila y mete miedo de verdad  y usted verá, como de hambre un ratón se morirᅻ y hasta allí llega cantando la escritora la segunda estrofa de la canción que culmina: No hay queso ya,  ni mucho menos una lasca de jamón, vamos a ver, quién va arrancarle a Micifús el corazón.

Biografía Zoé Valdez*

Es habanera lo cual es ya una actitud ante la vida. Nació en 1959, lo cual implica una aptitud ante la muerte. Empezó escribiendo poesía. Sigue siendo poeta. Estudió en el Pedagógico Superior hasta que la expulsaron. Estudió Filología en la Universidad de La Habana hasta que se autoexpulsó. Trabajó en la Delegación de Cuba ante la Unesco como documentalista cultural, allí aprendió a comer con tenedor y palitos chinos (lo último ya lo olvidó). Trabajó en al Oficina Cultural de la Embajada Cubana en París, allí supo más de la cuenta. A su regreso a la Habana, estuvo desempleada. Después comenzó a trabajar como guionista de cine y como subdirectora de la Revista de Cine Cubano en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) hasta diciembre de 1994. Ha publicado Respuestas para vivir (poesía, Letras Cubanas, 1986, Premio Roque Daltón, México, 1982), Todo para una sombra (poesía, Editorial Taifa, Barcelona, 1986, accésit Carlos Ortiz, 1986), Sangre azul (novela, Letras Cubanas y Actes-Sud, 1993), La nada cotidiana (novela, Emecé, 1995), traducida al francés, alemán, inglés (en EE.UU. y en el Reino Unido), finlandés, italiano, griego, neerlandés, portugués de Portugal y de Brasil, turco y yugoslavo, La hija del embajador (novela, Bitzoc, 1995, y Emecé, 1996, Premio Novela Breve Juan March Cencillo), Ira de ángeles (noveleta, Lumen, 1996), Te di la vida entera (finalista del Premio Planeta 1996), Vagón para fumadores (poesía, Lumen, 1996), Café nostalgia (novela, Planeta, 1997), Traficantes de belleza (cuentos, Planeta, 1998), Cuerdas para el lince (poesía, Lumen, 1999), Los aretes de la luna (noveleta infantil, Everest, 1999). Zoé Valdés vive en París con su hija Attys Luna y su esposo Ricardo Vega.

*textual del site www.geocities.com/zoevaldez/

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