POR CARMEN MATOS
A casi un mes de la fecha pautada para la inauguración del Metro de Santo Domingo, el entorno de la Zona Universitaria comienza a retomar su normalidad y sólo permanece uno de los desvíos que antes colmaban todo lo largo de la avenida Correa y Cidrón.
Aunque la mayor parte de la avenida está asfaltada, ninguna de sus aceras ha sido restablecida y persisten las quejas entre los residentes por el ruido y polvo que sacuden las maquinarias.
Los negocios del área comienzan a levantar cabeza, luego de que por los tramos cerrados y los obstáculos en las vías, se registrara una merma en las ventas que obligó a muchos a despedir parte de su personal e incluso a cerrar sus puertas.
Así lo afirmó ayer Ana Mendoza quien por más de diez años ha atendido la cafetería comedor universitario que funciona frente al antiguo local del hospital Oncológico.
Se ha notado una leve mejoría en las ventas, dijo y lo atribuyó al arreglo de las calles y circulación vehicular.
Sin embargo, otros comerciantes como Tomás Velasco prefirieron esperar al reinicio de la docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) para emitir un juicio sobre el particular.
El tránsito público y privado está mayormente normalizado, por lo que los conchos y las guaguas completan sus rutas, sin recurrir a calles aledañas.
Esto, a excepción del tramo entre la calle Rafael Sánchez Ravelo y avenida Abraham Lincoln donde hay un desvío.
En la esquina de la avenida Alma Máter comienza a erigirse la infraestructura de la primera Parada Universitaria, mientras obreros trabajan en otra al nivel de la Abraham Lincoln.
El daño está hecho
Para los residentes de la Zona Universitaria próximo a la avenida Correa y Cidrón los malestares y daños que les causó la construcción del Metro son difíciles de olvidar.
A ellos no les ha importado pisotearnos, exclamó Luz Pantaleón que reside en el complejo Pamela.
La mujer valoró que aunque ya no hay tantos desvíos como hasta hace unos meses, el ruido se mantiene a toda hora.
En ese sentido se expresó Zoila Roque, que vive en el condominio Nora María a una cuadra de Pantaleón.
Lamentó que en ese residencial tres familias hayan tenido que mudarse por los daños que habían reportado a su salud por el polvo y falta de descanso.
Aquí no vale la pena limpiar, resaltó la mujer quien aseguró que no se ha mudado porque no tiene las condiciones económicas para ello.