Zonas de peligro

Zonas de peligro

Las autoridades que manejan emergencias han actuado con presteza para evitar tragedias humanas derivadas de las fuerzas de la naturaleza.

De eso no cabe duda.

En estos días de lluvias e inundaciones hemos visto movilizarse oportunamente todo el aparato de preservación de vidas, desde socorristas hasta autoridades sanitarias.

El apoyo logístico también ha sido suficiente.

Gracias a esto, podemos decir que tenemos un equipo bien sintonizado, que responde atinadamente a las demandas de socorro causadas por las fuerzas de la naturaleza.

Sin embargo, a pesar de esta atinada respuesta se debe pretender algo más que las prisas que se producen cuando las fuerzas naturales amenazan poblaciones enteras y es preciso acudir para hacer las operaciones que demande la situación, siempre con la meta de salvar vidas.

-II-

El Gobierno tiene en su poder estudios e inventarios realizados por entidades locales y organismos internacionales sobre las zonas potencialmente peligrosas densamente pobladas.

Una característica predominante es que la mayoría de los lugares clasificados como potencialmente peligrosos son habitados por familias de escasos recursos, muy vulnerables a las inclemencias de las fuerzas de la naturaleza.

Por lo general es esta gente la que necesita que los equipos de socorro y mitigación de desastres se movilicen para evacuarlas y trasladarlas a lugares seguros, y así prevenir tragedias.

En estos días, los cuerpos de emergencia han tenido que movilizar su personal y recursos para actuar, una vez más, en zonas de peligro que son las primeras en inundarse en períodos de temporales, como es la temporada ciclónica.

-III-

Lo cierto es que hay zonas que no deberían estar habitadas.

Se trata de lugares a los que los organismos de socorro, en alguna ocasión, podrían llegar cuando ya la tragedia esté consumada.

El Gobierno tiene que hacerse el propósito de trasladar a lugares seguros, definitivos, a aquellas familias en riesgo inminente de ser arrastradas por riadas, deslaves o derrumbes.

Sin embargo, el criterio debe ser muy distinto al que en una oportunidad se empleó para desalojar La Ciénaga, en la ribera occidental del río Ozama, para trasladar las familias que la habitaban hacia modernos edificios en el barrio Las Caobas. La mayoría de los reubicados retornaron después a su lugar de origen y vendieron o rentaron los apartamentos que les había entregado el Gobierno.

Hay lugares en los cuales se deben prohibir terminantemente los asentamientos humanos, y hacerlo a tiempo, como quien aplica una vacuna contra la tragedia.

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