¿Zonas de Tolerancia para el narco?

¿Zonas de Tolerancia para el narco?

Reflexiona un ciudadano común: Que quizás convendría decirle al país, que en determinados estamentos no se toma totalmente en serio eso de perseguir al narco, porque piensan que esa gente contribuye mucho al PIB, crea miles de empleos y desarrolla la construcción y otros negocios; que genera divisas y  llena bolsillos de gentes influyentes.

Que no mueran agentes inocentes, o periodistas, políticos o vecinos  se arriesguen haciendo denuncias o declaraciones, o sirviendo de testigo en acusaciones contra ellos.

Que lo  veamos con distancia y sano temor, como a una epidemia, pero sin ponerse a su favor ni defenderlos; que ligarse con ellos es inmoral y peligroso, pues la droga enferma y el dinero del narco corrompe la moral y las instituciones.

Tampoco denunciar el lavado, porque podríamos estar atentando contra la estabilidad monetaria y la tasa de crecimiento de la economía y hasta contra la Gobernabilidad y la Seguridad del Estado. O, en todo caso, contra intereses políticos y económicos importantes, de gentes de buena y merecida fama, posiblemente bienhechores de la nación dominicana. Que quién sabe si ese negocio, como pasó en Estados Unidos con el whisky y otras bebidas espirituosas, fueron luego legalizadas y entonces personas decentes se encargaron de comercializarlas.

En todo caso, actuar de buena fe y transparencia; y orientar a la población sobre cómo entender y manejarse con este asunto.

También hablar con líderes religiosos y comunitarios, para que ayuden al pueblo llano a tener mejor comprensión de la actuación de las autoridades y de los políticos, para que no prejuzguemos, y, sobre todo, para que no caigamos en desesperación moral. Que expliquen que todo esto es transitorio, como una especie de guerra o epidemia, que nos afecta a todos pero que no podemos otra cosa que actuar con cautela, comprensión y tolerancia.

Que tal vez eso de la droga se resuelva como se hacía antiguamente con la prostitución, que se declaraban zonas de tolerancia, para así darle a narcos y consumidores la oportunidad de que se desenvuelvan aparte, sin estorbar la paz de los vecindarios ni ser molestados por las autoridades.

Que se las reglamente y se organice una policía especializada, se hagan brigadas de sicólogos y especialistas en ayuda y rescate. En fin, pensarse en esos tipos de soluciones, para que los que queden sanos no sean asesinados o se contaminen con el “flagelo”. Hasta que lleguen tiempos mejores.

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