Puede que el minúsculo apartamento de dos ambientes de Hiroyuki Kawanishi en Tokio no sea mucho, pero es su hogar. En vista de que el primer ministro Shinzo Abe está reduciendo los beneficios para los pobres al tiempo que aumenta el gasto militar y recorta los impuestos a las empresas, podría dejar de serlo pronto.
“Si eliminan el subsidio para vivienda, perderé mi apartamento”, dijo Kawanishi, de 42 años, que nació con parálisis cerebral y apenas puede acomodar su silla de ruedas junto a la cama individual de su casa de 40 metros cuadrados (400 pies cuadrados). “Tendré que irme a una residencia del gobierno sin nada de libertad. La vida no tendrá sentido”.
Desde que Abe asumió su cargo hace dos años, la agresiva flexibilización monetaria devaluó el yen, incrementando las utilidades de las grandes compañías y generando un alza del 70 por ciento en el mercado de valores. Se vieron beneficiados los exportadores y los poseedores de acciones y propiedades pero no tanto los que carecen de activos. Para ellos, la Abenomics significa precios más altos y menos apoyo del gobierno.
“Si la inflación se acelera más por las políticas de Abe, crecerá la desigualdad”, dijo Hideo Kumano, economista jefe de Dai-ichi Life Research Institute Inc. “Los socialmente vulnerables y las clases de bajos ingresos serán los más afectados y la reducción de los subsidios de subsistencia será un doble golpe para ellos”.
Abe se enfrenta al problema que acosa a las economías desarrolladas de Estados Unidos a Australia: cómo sostener la recuperación sin ampliar la brecha de riqueza. Más del 30 por ciento de los hogares japoneses carece de activos financieros, por arriba del 26 por ciento de 2012, según el Consejo Central de Información de Servicios Financieros de Tokio.
Menos prestaciones. El gobierno de Abe está tratando de reducir los subsidios para vivienda y las prestaciones para calefacción invernal que reciben los pobres como parte de un programa de tres pasos que se inició en agosto de 2013 con el fin de reducir los costos de bienestar social, incluidos los alimentos, la ropa y el combustible.
La medida es parte de una iniciativa del gobierno para contener los crecientes costos de la seguridad social en tanto el envejecimiento de la sociedad japonesa incrementa los gastos médicos y de asistencia social. La tercera economía del mundo es también el mayor deudor de las economías avanzadas: el Fondo Monetario Internacional proyecta que los préstamos llegarán a más del 245% del producto interno bruto en 2015. La seguridad social representa casi un tercio de un presupuesto de 96 billones de yenes (US$818.000 millones) para el año fiscal que comienza el 1° de abril. En él, los subsidios de subsistencia para las personas como Kawanishi suman 2,9 billones de yenes. Mientras el país envejece y la diferencia de riqueza crece, la cantidad de hogares que tienen derecho a reclamar esos subsidios se elevó al récord de 1,62 millones en octubre. Casi la mitad de ellos tienen miembros ancianos de más de 65 años.