No me extraña ni me asombra que el jugador Edgar Sosa esté ausente para esta ventana de la selección nacional.
No me extraña porque parte de la juventud dominicana, en su gran mayoría, no sabe que el escudo tiene tres palabras que forman parte del orgullo patrio.
No es un tema de Edgar Sosa o Karl Towns, es un tema social. Nuestros jóvenes están más enfocados en la música moderna llamada «regaetton», con letras sin mensajes, que en practicar un deporte y ponerse la franela de la República Dominicana.
Ustedes pueden estar seguros que Luis Scola conoce la historia de Argentina como la conoce Gustavo Ayon en México, para poner dos nombres. Es un tema de cultura. En este país hay que hacer pronto una campaña para que los dominicanos entiendan que hay que sentirse orgulloso de su bandera.
Nosotros, los dominicanos, tenemos muchos que presentar para sentirnos orgullosos. En el tema del baloncesto, contamos con más jugadores en la NBA que Puerto Rico, México, Cuba y hasta que Argentina, que sigue siendo la escuela más sólida de América en el baloncesto.
Ahora, siendo honestos, ¿Se identifican como quisiéramos esas estrellas NBA con el equipo nacional? Todos conocemos de sus compromisos de contrato y la cantidad de dinero que devengan en buena lid por jugar en la NBA. Que les cuesta poner mensajes en redes sociales o un día en una entrevista diciendo que están pendiente de su país.
Quien suscribe quisiera verlos más identificados, más cariñosos con su equipo nacional. Quizás son sentimentalismos que tengo y que no cuadran en el sistema actual.
Es una pena ver cómo mucha gente de clase media y alta se identifican con países en el Mundial de Fútbol y los apoyan hasta poniendo banderas en sus carros. Sin embargo, cuando juega un equipo nacional de baloncesto o de voleibol ni se esfuerzan por asistir, pese a tratarse de un evento de gran calidad monta en su país, la República Dominicana.