BUENOS AIRES . Economistas prevén que el consumo de productos de la canasta básica se estancará o caerá en Argentina en 2014, lo que pone en jaque una de las bases fundamentales del modelo económico de la presidenta Cristina Fernández.
Consultoras señalaron el lunes que el descenso en la venta de los productos básicos (alimentos, bebida y elementos de tocador y limpieza) sería de entre 1 y 2%, lo que constituiría la primera vez que esta variable resulta negativa desde el inicio del kirchnerismo con las presidencias de Néstor Kirchner (2003-2007) y de su viuda y sucesora Cristina Fernández.
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, negó en rueda de prensa una caída del consumo y el deterioro de otros indicadores. Dijo que en septiembre se detectó la “recuperación de algunos sectores que habían tenido perjuicios en los meses precedentes”. Según Capitanich, “todas las proyecciones de muchos analistas indicaban que el último cuatrimestre debería tender a una reducción en el consumo y, sin embargo, nosotros observamos otros parámetros”.
El funcionario respondió así a un informe de la consultora CCR reproducido por el diario La Nación que indicó que entre enero y agosto las ventas en el rubro acumularon una disminución de 1,2% respecto al mismo periodo de 2013. José Amodei, directo de CCR, señaló en tanto que “el año va a terminar con una caída de entre 1 y 2% en unidades en el consumo de la canasta básica. Y podría haber sido peor si la performance del rubro bebidas no hubiera sido tan buena, a fuerza de lanzamientos y acciones promocionales por parte de las marcas”.
Soledad Pérez Duhalde, de la consultora abeceb.com, indicó a The Associated Press que sus proyecciones son similares al indicar que el descenso hasta septiembre fue de 0,7% y en el año se prevé una caída de 1,3%. La retracción, según dijo, también se ha producido en las ventas de los centros comerciales o shoppings en los primeros nueve meses del año (3,5%), y en las ventas de automóviles nuevos (25,7%) y de electrodomésticos (8%).
El fomento del consumo ha sido uno de los pilares de la política económica oficialista para apuntalar el crecimiento y en los últimos meses fue reforzado con la puesta en marcha de planes de control de los precios en grandes supermercados para contrarrestar la inflación anual, que los economistas privados sitúan entre 35 y 40%, así como de promoción de las ventas en rubros como el automotor.