NUEVA YORK. Bartolo Colón se acomoda en su silla y empieza a tirar una pelota de hule contra un guante negro. Lo hace con fuerza una y otra vez. Se reclina y lanza la bola al aire. Esa es su rutina previa a una apertura que terminará como una de las peores desde que fichó con los Mets de Nueva York en 2014, al permitir 11 hits, nueve carreras —ocho limpias— y dos bases por bolas.
Durante la salida del miércoles ante los Cardenales, el derecho dominicano fijó un récord de la franquicia al cubrir 48 innings y dos tercios consecutivos sin conceder pasaportes. El previo era de 47 innings y dos tercios, establecido por Bret Saberhagen in 1994.
Colón cumple 42 años el domingo y parece no importarle que haya sido zarandeado en sus últimas dos salidas. “Me han dado demasiados palos, están siendo agresivos con el primer pitcheo. Voy a tener que empezar a soltar más bolas que strikes”, bromeó. ¿Más bolas? Nunca.
Ya en tono serio, advierte que no piensa cambiar nada: “Seguiré igual, van a pasar muchísimas cosas todavía”. En cierta medida, Colón es un enigma en una trayectoria de 210 victorias y 2.841 innings en 18 años en las Grandes Ligas. Cuesta creer que pueda seguir siendo uno de los lanzadores más dominantes.
Lo hace esencialmente con un pitcheo —su recta que promedia 90 millas por hora— y mantiene un impecable control que evoca su momento de apogeo en 2005, cuando ganó el Cy Young de la Liga Americana. Además, por estar en la Liga Nacional, le toca batear con regularidad y esos turnos son imperdibles al ver en el plato a alguien que pesa cerca de 130 kilos (285 libras), y que no es el jugador más ágil del béisbol.
“No pienso en mi edad cuando salgo a lanzar, yo me siento tan joven como cualquiera, como si también fuera de 20 años”, dijo. Colón se aburre con los cuestionamientos sobre el secreto de su longevidad. Después de todo, este es un pitcher que esta temporada lleva 55 innings y dos tercios con 46 ponches y apenas tres boletos.
“Aprendí a ser un lanzador de verdad. Soy más pitcher. Ya no soy el tirapiedras de antes, pero tengo la capacidad para dominar y tirar strikes”, sostiene. Algunos ven con suspicacia su desempeño.
En 2010, el año en el que estuvo alejado de las mayores, se sometió a un tratamiento en la República Dominicana en la que le hicieron un trasplante de células madre para reparar los tejidos dañados de su hombro derecho. El doctor que supervisó el tratamiento, Joseph Purita, había usado la hormona de crecimiento humano en otros pacientes.
Purita negó haber usado la HGH con Colón. Además, en agosto de 2012, Colón fue suspendido 50 juegos con los Atléticos de Oakland al arrojar positivo por testosterona. Colón evitar hablar sobre esos casos. En un rotación de los Mets cargada con jóvenes fenómenos como Matt Harvey y Jacob deGrom, el método de Colón no pasa inadvertido.
“Hace lo que se debe hacer en el juego, los detalles”, dijo Jeurys Familia, el líder de salvados de la Liga Nacional con 13 y quien es su vecino de casillero en el camerino. “Te pinta la zona, tira abajo, arriba, siempre está moviendo la pelota. Por eso que tiene éxito”. Según Fangraphs, Colón usa la recta en un 84,4% de sus lanzamientos, el mayor porcentaje en el béisbol de Grandes Ligas.
El que le sigue es Jarred Cosart con 78,9%. Pero las rectas de Colón son distintas, mezclando de dos y cuatro costuras. Y la clave es que se mueven mucho. “Lleva tanto tiempo en este oficio. Es como si tuviera reportes de cada bateador en las mayores”, dijo el primera base de los Orioles Chris Davis, quien se ponchó dos veces en cuatro turnos ante Colón en un partido a principios de mayo. “Mientras más viejo se pone, sus lanzamientos se mueven más”. “Todo lo que tira se mueve y domina ambas parte del plato, en casi todas las cuentas… y te ataca toda la zona de strike”.
Lanzar para el equipo nacional dominicano incidió en el resurgimiento de su carrera. Dado por acabado en 2009, después de una campaña con foja de 3-6 y efectividad 4.19 con los Medias Blancas de Chicago, Colón no pudo volver a las mayores hasta 2011.
Colón decidió lanzar con la selección que disputó el Premundial de 2010 en Puerto Rico, donde abrió tres partidos, incluyendo una joya de juego completo ante Nicaragua en la que permitió sólo una carrera. “Tuvimos un partido contra Nicaragua en el que teníamos a todo el staff cansado. Bartolo me pidió la bola y me dijo que no me preocupara.
Lanzó los nueve innings y ganamos”, recordó el manager de esa novena, Denio González. Lo siguiente fue lanzar en la liga de invierno con las Águilas Cibaeñas, donde captó la atención de Tony Peña, por entonces manager del club dominicano y coach de banca con los Yanquis. Peña no titubeó en recomendarlo para que firmara con Nueva York. En su única temporada con los Yanquis en 2011, tuvo marca de 8-10 con 4.00 de efectividad.
Después jugó dos años con los Atléticos antes de fichar con los Mets. “Con la edad que tiene, actúa como un muchacho”, dice Peña. “No ha perdido el deseo de disfrutar el juego y él cree que nadie lo va a parar. Tiene una mente muy fuerte”.