Río de Janeiro. Brasil quiere blindar su Mundial contra hinchas violentos: puede prohibir el ingreso al país de fanáticos con antecedentes criminales ligados al fútbol y desplegará un fuerte contingente de seguridad para evitar peleas en sus estadios y alrededores.
Faltan dos semanas para el puntapié inicial de la Copa el 12 de junio y los organizadores quieren evitar cualquier tipo violencia similar a la que se registra con frecuencia en el fútbol local, muchas veces protagonizada por las numerosas ‘torcidas organizadas’, las barras bravas de Brasil.
Durante la Copa Confederaciones el año pasado, considerado como el principal test para la Copa del Mundo, los problemas dentro de los estadios fueron mínimos. La violencia fue en las calles, donde la policía dispersaba masivas manifestaciones contra el torneo.
Para garantizar la seguridad, cada uno de los 12 estadios estará custodiado en promedio por unos 1.800 vigilantes privados, que a su vez estarán apoyados -en caso de situación extrema- por unos 700 efectivos de la fuerza pública.Además habrá cámaras, rayos equis, detectores de metales: todo para evitar cualquier objeto que pueda poner en riesgo la seguridad de un juego del Mundial.
Entre ellos las vuvuzelas y la fracasada ‘caixirola’, una suerte de maraca impulsada por el propio gobierno y que fracasó cuando fue lanzada en masa al campo por hinchas molestos en partidos test el año pasado.
Frontera cerrada
El plan «anti hincha violento» comienza en la frontera. Basado en un intercambio de informaciones de inteligencia con otros países, como Argentina y el Reino Unido, que tienen tradición de ‘hooligans’, Brasil podría impedir el ingreso a posibles aficionados problemáticos al país. «Hicimos acuerdos a través de la FIFA.
El objetivo es impedir que ellos ¡hinchas violentos¿ vengan para acá y después, si vienen, que no entren a los estadios», dijo la presidenta brasileña Dilma Rousseff. Consultada por la AFP, la Policía Federal -responsable del control migratorio- no explicó si todos estas personas con antecedentes de violencia en el fútbol se les prohibirá la entrada.
Lo que sí es un hecho es que si pasan la frontera y tienen un boleto, podrán entrar a los estadios «siempre que estén en forma pacífica», explicó Wagner Tardelli de la Policía Militar de Sao Paulo. En esta metrópoli brasileña -que recibirá el partido inaugural el 12 de junio- jugará Inglaterra y posiblemente Argentina en octavos de final. Estos dos equipos no jugaron la Copa Confederaciones.
La ‘albiceleste’ es el rival eterno de Brasil y tiene un largo historial de hinchas violentos en mundiales. Fanáticos argentinos protagonizaron incidentes en México-1986 y Francia-1998, así como en Sudáfrica-2010, donde muchos de ellos fueron detenidos y expulsados. El gobierno de Argentina ya entregó a Brasil una lista de personas con antecedentes policiales.
Torcedores’ fervorosos
Los organizadores del Mundial saben que la camiseta de un club suele despertar más pasiones que la de una selección. Pero no quieren correr ningún riesgo, sobre todo por los episodios recientes de violencia en el fútbol brasileño que han dado la vuelta al mundo.
El más reciente tuvo lugar a principios de mayo: un hincha murió cuando le lanzaron un inodoro en enfrentamientos tras un partido de segunda división en un estadio de Recife (noreste) que no fue el construido para el Mundial. Poco antes, en febrero, otro hincha murió tras ser atacado a golpes en Sao Paulo.
Pero tal vez la imagen más brutal fue en diciembre, cuando una pelea en un estadio de Santa Catarina (sur) terminó con policías aterrizando en helicóptero en medio del campo. Ninguno de estos incidentes se registró en los estadios mundialistas, que fueron sometidos a pruebas de seguridad en competencias reales como partidos de la Copa Libertadores y de torneos domésticos.
«No hemos registrado incidentes graves ¡en los eventos organizados por el COL¿ desde la Copa Confederaciones», explicó a la AFP Hilário Medeiros, gerente de seguridad del Comité Organizador Local (COL) de la Copa. En el Mundial, la palabra clave será «alerta». Al mínimo foco de pelea o trifulca, un ‘steward’ será el primero que intentará controlar la situación.
«Si no lo soluciona actuará un segundo nivel a través de la policía, y si fuera necesario se emplearán fuerzas y grupos tácticos para una respuesta más ampliada», precisó Andrei Rodrigues, secretario de grandes eventos del Ministerio de Justicia en entrevista con la AFP.
Los alrededores de los estadios serán vigilados por la policía. En el papel, todo está listo. Pero en temas de seguridad «lo natural es estar preocupados», insiste Rodrigues, que recién podrá respirar tranquilo después de la final el 13 de julio en el Maracaná.