Calles y avenidas
El Conde pierde arquitectura inicial

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Por Ángela Peña
 
a.pena@hoy.com.do 
La calle El Conde fue el más hermoso y original muestrario de la arquitectura dominicana de la época colonial y del siglo veinte. Pero esa especial fisonomía se está borrando, transformando, perdiendo esplendor.

 Aquellos edificios que fueron únicos, limpios, estructuralmente impresionantes, bellos, emblemáticos, se han transformado en depósitos, almacenes, negocios dudosos. Están  sucios, rotos, desvencijados, incompletos, sin el brillo que asombró al mundo cuando se realizaron sus inauguraciones majestuosas.

 Omar Rancier, maestro del diseño, historiador de esas obras seculares cuya decadencia le conmueve, recorre cada edificación, la describe, la sufre al evocar sus características prístinas y apreciar la deplorable condición actual.

“Se está jugando con perder la categoría de Patrimonio de la Humanidad que otorgó UNESCO, que puede revocar si las autoridades no le ponen atención. Quizá han hecho algunas evaluaciones en las que hemos quedado muy mal. Se puede poner a la zona colonial en situación de peligro, fue, digamos, el primer aviso”, manifestó el arquitecto y educador.

 Recomienda plantearse un plan de rescate de esa vía que devuelva a los edificios magnificencia y lustre perdidos. “Tienen un valor considerable y la posibilidad, en términos comerciales, de desarrollarse como hoteles o pequeños apartamentos logrando un conjunto con  nivel de categoría adecuado”.

 Sugiere al Ayuntamiento “no permitir edificios abandonados en El Conde.  En otros lugares hay leyes para eso”.

 Destaca la importancia política, cultural, social, económica de esa histórica calle “que debiera ser el emblema en términos de arteria comercial, de nuestro país”, exclamó.

 Algunas construcciones están vacías por problemas de sucesión, otras “porque hay una época de esplendor que viene acompañada de una de abandono del centro histórico por las principales familias”.

 “El Conde es la calle principal de Santo Domingo, parte en dos zonas, norte y sur, la ciudad colonial, es una ruta histórica donde han acontecido hechos de trascendencia, fue el primer gran centro comercial abierto de nuestro país que comienza a cambiarse hacia los modelos de los centros comerciales tipo norteamericano a raíz de la guerra de abril cuando hay una movilización de esos comercios a un área fuera de la zona del conflicto”.

 Agrega enfático: “Es una pérdida total para la ciudad tener una calle de esa importancia en un proceso de arrabalización como el que tiene El Conde”

Estilos y épocas

 Desde “Las Damas” hasta la “Hostos” las edificaciones de El Conde son casi todas coloniales o con base en esa época. Los palacios de Borgellá y Consistorial Omar Rancier los define afrancesados. El primero “es un afrancesamiento producto de la ocupación haitiana”, el otro “es un afrancesamiento producto de un ingeniero, Osvaldo Báez, que se formó en Francia”.

 En el local del Instituto Dominicano de Periodistas, “última de las edificaciones coloniales, comienza un proceso de transformación de El Conde. Ahí aparecen La Opera, Baquero, Diez, que son de los años veinte, momento en que el hormigón empieza a usarse en el país como material principal en las construcciones”, explica Rancier.

 “Baquero” y “Diez”, agrega, son los primeros de más de tres pisos y “tienen una arquitectura ecléctica, con motivos que cambian en cada piso”. El “Diez” posee balcones distintos y un piso comercial con una escala diferente a los otros.

 El “Plavime” apasiona al galardonado profesional. “Es muy limpio, con una estructura vertical clara, balcón corrido y elementos que marcan la escalera creando una composición simple, pero bella,  armónica. El uso de la decoración le da un carácter único”.

 “González Ramos” presenta “una solución curva hacia el chaflán de la esquina y detalles en las ventanas, de forma adiamantada. Esos chaflanes y ventanas son bellísimos. Lamentablemente a ese edificio se le transformó la primera planta que era una especie de paseo para ver las vitrinas. Ahora se cercó”. Luis Castillo fue el diseñador original.

 El “Edificio Saviñón” “es art deco, con una presencia urbana muy fuerte, la esquina del chaflán solucionada con un voladizo de forma elipsoidal y elementos de protección verticales, de cristal. Es precioso”. Afirma que aunque estos días “le lavaron la cara”, “todavía está muy arrabalizado, sobre todo por dentro”.

 El primer edificio moderno del país es, según Rancier, el “Copello”, construido en 1939 por Guillemo González. “Es el que recoge en ese momento el código estético moderno”. Pregunta: “¿Cómo es posible que un edificio de esa categoría esté tan descuidado?”

 “Cerame” es de los años 20, con el uso de elementos estilísticos propios del clásico, un frontón principal y unas pilastras, dice, y reitera el lamento: “Está arrabalizado por una utilización inadeacuada. Los pisos que eran de oficinas son hoy almacenes”.

 El “Olalla” (donde está “Los Arcos”) es de los años 30, de un estilo modernista catalán. Sólo está ocupado el primer nivel. Su dueño original fue José Olalla.

 “López de Haro” es “uno de los pocos que tiene apartamentos ocupados por familias”. Por otro lado, Omar confiere importancia histórica al edificio donde estuvo “El Ariete” (hoy está el “Expreso Pekín”) “Es una de las edificaciones más importantes en término colonial, sin embargo, no se reconoce: está totalmente transformado”.

 Otros tienen base colonial como el “Bar Colón” (Palacio de la Esquizofrenia) y el edificio de “La Cafetera”, de características “muy modestas y lo que destaca son los balcones de la segunda planta, un poco art nouveau, un poco modernista-catalán”.

El hotel “Mercure”, antiguo “Comercial”, y el estacionamiento con José Reyes, son, a juicio de Omar Rancier, intervenciones desafortunadas en El Conde. El hotel “fue diseñado a principios de 1950 por William Reid y Nany Reyes, en un estilo totalmente moderno, trabajaron las esquinas de una manera diferente a los edificios tradicionales, le sacaban partido, llamaban la atención como moviendo los balcones. Los franceses del “Mercure» le quitaron toda esa belleza”.

 El parqueo, agrega, “era necesario pero no hubo sensibilidad en el diseño hacia la arquitectura y el hecho humano que es El Conde. Es un parqueo que pude estar en cualquier sitio. De hecho, se repite en la Isabel la Católica”

 Otros arquitectos, ingenieros, diseñadores, constructores que trabajaron en los edificios de El Conde fueron Alfredo González, Humberto Ruiz Castillo, Tomás Auñón Martínez, Benigno Trueba Sánchez, los hermanos Beltrán…

 Omar Rancier observa un detalle: “El Conde se puede leer por capas. Ha sido tan fuerte lo que se ha hecho abajo con las tiendas, que la gente no mira hacia arriba, al hacerlo, encuentra la riqueza de esos edificios”.

 ¿Y las construcciones que van desde la Santomé hasta la Palo Hincado? “Hay ya una serie de edificios de relleno. Se han localizado negocios muy pequeños, algunos de reputación dudosa, muy mal trabajados. Hay una arrabalización del sitio que es penosa”.

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Omar Rancier

 Maestro del diseño, historiador de esas obras seculares cuya decadencia le conmueve, recorre cada edificación, la describe, la sufre al evocar sus características prístinas y apreciar la deplorable condición actual.

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