Madrid. Ganó metros de pista, apostó por un patrón de juego más agresivo, acortó la duración de los puntos y, con tres finales (Amberes, Miami y Roma), se erigió en una de las ocho mejores raquetas femeninas del circuito. Ese era su sueño de infancia y en mayo de 2015 Carla Suárez lo hizo realidad.
El final de temporada, sin embargo, dejó “un sabor agridulce” en la tenista grancanaria. “Estuve gran parte del año optando por el objetivo del Masters de Singapur, por el objetivo de acabar como Top-10 y no pudo ser”, lamentó en una entrevista concedida a EFE. Los buenos resultados del primer tramo le dieron la espalda en el segundo y cayó del octavo al actual decimotercer puesto del ránking de la WTA.
“Cuando tú sientes un cansancio mental, o cuando hay algo que no tienes cien por cien adquirido, vuelves a hacer lo que no debías. Perdía metros de pista, no jugaba con tanta agresividad ni con el mismo desparpajo que al principio. Es una de las cosas que he notado en falta en la segunda parte de la temporada”, analizó. Tras haber despedido la campaña en el puesto más alto de su toda carrera (en 2013 terminó la temporada en el decimoséptimo lugar y en 2014 en el decimoctavo), Carla Suárez reconoce en sí misma a una jugadora mejor que hace un año, cuando su técnico Xavier Budó le invitó a cambiar el modelo de su Wilson y a buscar el contacto con la bola por delante de la línea de fondo.
Esa será una de las lecciones que repetirán dentro de unas semanas en Barcelona, coincidiendo con el inicio de una nueva pretemporada. Allí volverán a insistir también técnico y pupila en el aspecto mental. “Tenísticamente se pueden ir mejorando cositas, aunque creo que es el aspecto que menos se puede mejorar. Tengo mucho margen de mejora a nivel mental”, afirmó la canaria. “Ser más constante”, “tener un carácter competitivo más alto” y “expresar más” para mantenerse “más activa y más metida” en el partido serán sus retos para 2016.
“Todo se consigue con una buena mentalidad y con mucha agresividad”, apuntó la tenista. El control de las emociones que sí exhibió en el primer semestre del año se diluyó tras su derrota en los cuartos de final del torneo de Birmingham. Ese encuentro ante la checa Karolina Pliskova marcó el inició de una racha negativa que se prorrogó durante otros siete torneos, incluidos Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos.