La guerrilla de Caamaño no encontró apoyo urbano porque Amaury Germán Aristy y Virgilio Perdomo habían roto con él; Juan Bosch supuestamente lo traicionó; Manuel Matos Moquete, enviado para esos fines, fue apresado en el aeropuerto; a Toribio Peña Jáquez se le negaron y Melvin Mañón “vino y no hizo nada”.
Las afirmaciones fueron hechas por Claudio Caamaño Grullón quien reveló interioridades de los acuerdos.
“La táctica de Eberto Lalane y de Caamaño era mantener nuestra llegada en el secreto más absoluto. Holguín, que era del PRD, preguntó por qué no avisábamos a Santo Domingo y Caamaño respondió que aunque nos estaban esperando debíamos entrar de incognito”, narra.
Volvió a preguntar a su comandante por qué no se lo comunicaban a Bosch y este supuestamente contestó que el expresidente era el enemigo “más peligroso” que tenían en el país.
Alguien interpeló: “¿Y Balaguer?”.
“Es un enemigo conocido pero Juan Bosch es desconocido, es un aliado de Joaquín Balaguer”, contestaría Caamaño.
Alfredo Pérez Vargas cuestionó por qué no denunciaban a Bosch y Caamaño argumentó, según Claudio, que el PRD era el partido mayor y en el que estaban las mejores gentes para iniciar un movimiento político-militar para enfrentar al gobernante reformista “y si lo denunciamos nos va a indisponer; si empezamos a combatir, Bosch se va del país, porque es un cobarde, pero si tenemos la oportunidad de derrocar al Gobierno va a comenzar a apoyarnos”.
En otro orden, Claudio presume que la dilación de ellos en llegar mientras Amaury, Virgilio y sus seguidores “estaban comiendo candela”, provocó, por un lado, la ruptura de estos con Caamaño. “Fueron los enviados a preparar la avanzada y la lucha en las ciudades”.
Virgilio, agrega, era el Oficial de Comunicaciones “y Amaury planteó a Caamaño que le diera autorización para que este fuera doble agente, ya que se le habían acercado representantes de los norteamericanos ofreciéndoles cinco mil pesos mensuales para que trabajaran con ellos, era una forma de protegerlo y al mismo tiempo recibir ese dinero pero Caamaño dijo que no. Amaury le reiteró la petición”.
El líder de 1965 volvió a negarse y solicitó a Amaury que retirara a Virgilio como Oficial de Comunicaciones y Amaury respondió rompiendo con Caamaño”, afirma.
Asegura que Toribio Peña Jáquez buscó colaboración en antiguos aliados de Amaury, quienes se negaron.
Con el fin de rescatar algunos de esos grupos, Caamaño decidió enviar a Manuel Matos Moquete y antes de su partida pidió a Claudio tres nombres de personas que pudieran auxiliarlo. “Yo le busqué diez pero Manuel cayó preso en el aeropuerto y fue a parar a La Victoria”.
Otra opción fue Melvin Mañón Rossi. Al informárselo a Claudio este dijo a su jefe: “Si para Manuel usted me pidió tres nombres y yo le di 10, para este no le doy ni uno porque no es más que un charlatán”.
Caamaño reaccionó con enojo. “Me dijo que ese compañero iba a jugarse la vida” y Claudio replicó: “Eso es lo que usted cree, va a buscársela como siempre”. Según Claudio, Melvin “vino y no hizo nada con respecto a la lucha urbana”.
Experiencia con Bosch. Claudio había tratado a Juan Bosch desde que el exmandatario regresó al país en septiembre, “22 días después de haber acabado la lucha” de 1965, pero ya estaba prejuiciado con él porque “siempre se estuvo tratando de que viniera y no venía”. Le pidió 25 oficiales académicos para su escolta con el argumento de que era un expresidente de la República, relata.
“Bosch pensaba que sabía más que todo el mundo, me pidió un electricista para hacer reparaciones en su casa y el empleado regresó a quejarse: ‘no puedo trabajar con ese hombre, sabe más que yo de electricidad”.
Agrega que “era el ombligo del mundo, y como se dio cuenta de que Caamaño era más popular que él, trataba de humillarlo”. En dos ocasiones invitó a almorzar a Francisco Alberto y llegó dos horas y media después de lo acordado, una porque supuestamente estaba con personas de Neiba y otra “se apareció con un masajista de lucha libre, se dio masajes y se fue de nuevo. Esa vez andaba Héctor Aristy”.
Claudio reaccionaba con indignación pero Caamaño lo aplacaba diciéndole que ese era “nuestro jefe político”.
“Él fue que convenció a Caamaño de que saliera del país”, exclama.
Bosch y Caamaño Deñó.
Cuando Bosch regresó a Europa después de perder las elecciones de 1966, Caamaño le recriminó que participara en el proceso estando el país ocupado por los norteamericanos. Bosch le dijo que lo había visitado una comisión de estadounidenses advirtiéndole que si no lo hacía “habría más muertos que en Yakarta”, que él intervino en los comicios “para evitar eso y que Joaquín Balaguer iba a ser Presidente hasta su muerte con el apoyo de Estados Unidos”, refiere Claudio.
Dijo al coronel que en consecuencia, había que crear un movimiento político militar para enfrentarlo en el cual estarían el PRD y los combatientes de 1965, revela Claudio.
“Se puso en contacto con los cubanos para pedir apoyo y fue un emisario a hablar con ellos y les llevó una fuerte suma de dinero. Caamaño se sorprendió porque él estaba en Inglaterra y Bosch en Benidorm y el dinero se lo entregaron a él”, narra y agrega que Peña Gómez viajó a Europa “a darle forma al plan” que consistía en armar al PRD y organizarlo militarmente y Caamaño iría a Cuba con 300 o 500 hombres a entrenarse “e iniciar la lucha con los que estaban aquí”.
Cuba, añade, siguió enviando dinero para el Partido y Fidel Castro “apoyó que Caamaño viajara con esos hombres y mandó el dinero para que se movilizaran hacia Europa. Pero Caamaño fue a hablar directamente con Fidel y estando allá delataron el movimiento”.
“Los norteamericanos, cuenta, fueron donde Bosch, lo presionaron y rompió con Caamaño, luego viajó a Santo Domingo a sacar los cuadros y echar para atrás el proyecto”.
Claudio hizo los recuentos para introducir el presunto daño hecho por Bosch a la guerrilla. Señala que luego del arribo de los expedicionarios, Peña Jáquez contó del desembarco a Federico Lalane José, hermano de Eberto, quien “dijo que tenía que saberlo Juan Bosch y le informó lo que había. ¿Testigo? Bonaparte Gautreaux Piñeyro”, exclama. Afirma que “Joaquín Balaguer se enteró de la llegada nuestra por una llamada de Bosch” y asegura que cuando el político telefoneó al Presidente estaban junto a este Héctor Pérez Reyes, “que era ahijado de mis padres, y Ramón Font Bernard”.
Al terminar la conversación Balaguer presuntamente le dijo: “Me saluda a doña Carmen” e inmediatamente llamó a los militares, muy molesto, para decirles que llegamos. Ellos hasta ese momento no sabían nada y él los increpó”.