Varias décadas atrás no se escuchaba hablar de la intolerancia a la lactosa; al contrario, se tenía la certeza de que tomar leche era una especie de panacea. Sin embargo, hoy día esta expresión es muy recurrente en la población, ya que la afección es diagnosticada incluso en recién nacidos.
El tema no era tan debatido antes, tal vez porque no se había determinado su causa y posiblemente los síntomas quedaban en el anonimato, pasaban desapercibidos, pero este tema o problema gastrointestinal, es prácticamente una tendencia, pone a los padres en una gran disyuntiva sobre cómo alimentar a sus hijos pequeños, específicamente a los bebés, ya que no son muchas las opciones.
Afortunadamente, dado el crecimiento del problema, variedad de marcas ofrecen leche sin lactosa, entre estas la de soya, la leche de almendra…
Según la Asociación Española de Pediatría, un niño que es diagnosticado con intolerancia a la lactosa es porque nace con un déficit primario congénito de lactasa, que es la enzima encargada de procesar y degradar la lactosa que contiene la leche.
Hay que aclarar que la intolerancia a la lactosa no solo la sufren los niños, también los adultos pueden padecerla, pero en los niños es más problemática porque la leche es su alimentación principal, especialmente en los más pequeños.
Síntomas de la intolerancia a la lactosa. Por lo general este padecimiento ocurre luego de la ingestión de productos lácteos, básicamente la leche u otros alimentos que contengan esta sustancia.
Los síntomas van a depender del grado de deficiencia de la enzima lactasa que padezca la persona y de la porción o cantidad de alimento que ingiera, es decir, la gravedad o aparición de molestia puede ser distinta entre una persona u otra.
Entre los síntomas de intolerancia a la lactosa están: frecuentes dolores abdominal o cólicos, distensión abdominal, dificultad en la absorción de los alimentos, flatulencias o gases, pérdida de peso, desnutrición en el crecimiento, en el caso de los niños: diarrea, heces fecales flotantes y malolientes, constipación o estreñimiento, ardor al defecar, erupción cutánea o procesos alérgicos.
Causa. Es una condición genética, se hereda, y se padece de manera permanentemente.
Según datos respecto de esta afección gastrointestinal, ocurre más frecuentemente en la edad adulta.
El diagnóstico del déficit a la lactasa es evolutivo y ocurre por una mutación que afecta la regulación en el proceso de maduración. Se dice, incluso, que su existencia varía de una etnia a otra.
¿Cómo tratar la intolerancia a la lactosa? Se aconseja fundamentalmente evitar todos los alimentos que contengan lactosa, es decir, productos lácteos, y llevar una alimentación dietética libre de esta sustancia.
Estudios referentes indican que quienes tienen esta condición deben evitar la leche sea entera o descremada, en polvo, líquida o condensada, los postres con ingredientes lácteos, el queso, el yogur, la mantequilla, dulces de leche, helados con crema, chocolate con leche, etc.
Pueden consumir todo tipo de frutas, frutos secos, todo tipo de verduras y hortalizas, frescas o congeladas, crudas o cocidas; todas las legumbres, cereales, tubérculos, pan, pero con precaución de que no contenga lácteos, carnes, pescados, huevos, mermeladas, jarabes, azúcar, chocolate negro (por supuesto, sin leche), aceites, bebidas refrescantes, vino o cerveza, salsa de tomate, mostaza, mayonesa, etcétera.