Picture taken a the entrance of the Cuban embassy where floral wreaths lay, three days after Cuban revolutionary leader Fidel Castro died, in Beijing, on November 28, 2016. / AFP / FRED DUFOUR
LA HABANA.-Derrocó a un dictador, llevó salud y educación gratuita a su país y enlistó a cubanos en lo que dijo eran luchas por la libertad desde Centroamérica hasta Sudáfrica. Pero Fidel Castro también mantuvo un mando férreo en Cuba, donde encarceló a disidentes y homosexuales, limitó la libertad de viajar y expresarse, y declaró ilegítima prácticamente a cualquier actividad fuera de su control.
Desde la muerte del revolucionario acaecida el viernes en la noche, los cubanos han defendido el historial de Castro, mientras que grupos defensores de los derechos humanos dijeron esperar que el hermano y sucesor del exgobernante, Raúl Castro, se movilice con más rapidez para permitir que los cubanos tengan una mayor libertad de expresión, reunión y otros derechos básicos.
“La pregunta ahora es: ¿cómo se verán los derechos humanos en la Cuba del futuro?”, dijo el sábado Erika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas. “La vida de muchas personas depende de esa respuesta”.
Bajo el mando de Raúl Castro, Cuba ha dejado de encarcelar e imponer largas sentencias a presos políticos y en su lugar se realizan miles de arrestos breves cada año, lo que según los disidentes es un modo de acosarlos e interrumpir cualquier intento por crear organizaciones políticas.
En la actualidad, los isleños se sienten más libres para criticar a su gobierno en público, aunque cualquier intento por protestar o manifestarse es rápidamente anulado. Hay periodistas independientes dentro de la isla, pero encuentran casi imposible distribuir material impreso y reportan acoso frecuente por parte de las autoridades.
A muchos cubanos ordinarios les irritan las restricciones que hay en el país, pero aseguran estar menos preocupados de las libertades civiles que por ganar dinero suficiente para la compra de alimentos y otros productos básicos.
Durante décadas, los cubanos más frustrados con las restricciones a su existencia abandonaron la isla en busca de una nueva vida en Estados Unidos, España y otras naciones, una válvula de alivio que ha reducido las presiones internas a favor de un cambio.
Ricardo García, de 56 años, dijo que aunque Castro solamente permitió que existiera un solo partido político, “se ha hecho mucha consulta con el pueblo. Y todo ha sido siempre al favor”. Al mismo tiempo, García señaló que “yo prefiero que sea todo más democrático. Que todo el mundo pueda expresarse y definir cuál es su posición”. Maritza Martínez, taxista de 50 años, consideró que era inapropiado debatir sobre el respeto a los derechos humanos tras el deceso de Fidel Castro. “Es el tipo de tema que le gustan a los enemigos del otro lado (del estrecho de la Florida). Aquí tenemos salud, educación, muchas cosas buenas”, agregó.
Javier Hernández, de 29 años y camarero en un restaurante privado, dijo que la mayoría de cubanos están más preocupados por hacer que sus ingresos satisfagan sus necesidades que en derechos humanos.