El uso de insecticidas en la cantidad necesaria resulta beneficioso en la producción de alimentos, pero su exceso pudiera repercutir en la salud de las personas que los consumen.
Estos químicos tienen una gran capacidad tóxica para muchos órganos, sobre todo los que tienen que ver con la vía de excreción del producto.
Las toxinas que ingresan al organismo pueden dañar el riñón, el hígado y la médula ósea, bazo, pulmones, hígado y corazón. Así lo explica el reconocido infectólogo dominicano Clemente Terrero.
Las repercusiones pueden ser insuficiencia renal crónica, insuficiencia hepática, aplasia medular, anemia severa y cardiomiopatías y enfermedades pulmonares crónicas.
Además, puede provocar el desarrollo de reacciones alérgicas en la piel, produciendo erupciones, urticarias y otras dermatosis.
Los insecticidas compuestos por órganos fosforados pueden incluso afectar la actividad cardiaca, la presión arterial y la capacidad funcional de los pulmones.
Terrero explicó que muchos de esos insecticidas pueden ser responsables del desarrollo de cánceres en los órganos que han sido blanco de su actividad toxica. Entre los que pueden resultar afectados están el estómago, intestino, páncreas, bazo, puede producir linfoma pulmonar e incluso leucemia, entre otros.
También tienen que ver con enfermedades degenerativas de ciertos tejidos, sobre todo el neuromuscular, provocando diversos tipos de dolencias de tipo neurológicos, como parálisis, neuritis y otras de mayor envergadura, señala el especialista.
Pero no solo se queda en la enfermedad, sino que, según subrayó Clemente, el consumo de alimentos producidos con exceso de insecticidas, puede llegar a provocar la muerte.
Esto sucede cuando algunos de los órganos vitales del organismo llegan a sufrir un deterioro tan serio que afecta su capacidad vital.
Tiempo para reacción. El infectólogo indicó que el tiempo en que una persona comienza a sentir los efectos de la ingesta de un producto pasado de estos químicos depende del organismo y de los niveles de concentración de insecticida, pero en algunas ocasiones son inmediatos.
Asímismo, señaló que puede suceder con solo probar un alimento, sobre todo en aquellas personas que pueden tener problemas digestivos. En estos casos el cuadro clínico que se presenta se caracteriza por náuseas, vómito y diarrea.
En otros casos, los daños no se ven de forma inmediata, sino mucho tiempo después de estar consumiendo esos alimentos. Se presentarán en la medida que la alteración que producirán en los tejidos se exprese con el tiempo. Los daños degenerativos irán adquiriendo más relevancia en el tiempo, resaltó.
Informó que en los niños pudieran presentarse trastornos de absorción, afectando la ganancia de peso y provocando problemas del desarrollo cerebral.
A propósito, en los últimos años se ha venido observando un aumento en cánceres en los niños, alertó.
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¿Qué hacer después de la ingesta?
El infectólogo Clemente Terrero indica que es muy difícil que en el país se sepa cuáles alimentos pudieran estar contaminados, y que se ha vuelto muy común el consumir alimentos con altos índices de toxicidad.
En todo caso lo más prudente es no volverlos a consumirlo, si el evento es agudo, con náusea, vómito y diarrea, es necesario visitar un centro de salud para una evaluación clínica y un posible proceso de hidratación.
Entiende que como consecuencia de que se usan muchos químicos en la producción de alimentos en el país, mucha gente puede presentar signos de intoxicación por los alimentos contaminados.