En veces uno se pregunta si los gobiernos son, como dijo Joaquín Balaguer en una ocasión, ciegos y sordos.
Tal parece que el Presidente Danilo Medina piensa que habla inglés, como el personaje cuya presencia machacona en anuncios de televisión nos enseña que estudiando cualquiera pasa.
Sólo que el Presidente Medina piensa que con visitas bien coordinadas y arregladas de antemano va a resolver los problemas de la falta de producción y productividad agropecuaria.
En ocasiones pienso que el mandatario actúa como aquel Director de Rentas Internas que giraba “visitas sorpresas” a las colecturías y terminó con la sábana por un canto.
La noticia de que once niños murieron por falta de oxígeno en el hospital infantil Robert Reid Cabral desplaza la denuncia de la que todos los medios publicaron como principal la semana pasada: la súbita e inexplicada fortuna de Félix Bautista.
Pero el mismo día que se publica la gravísima noticia de que once niños murieron por falta de oxígeno se reseña que el Ministerio de Turismo financiará al tenista Víctor Estrella con 100 mil dólares, como si hubiera tanta plata como para dar esa sábana a un solo deportista mientras el Ministerio de Cultura no paga a los jurados del Premio Nacional de Literatura dos o tres meses después de rendir veredicto.
La principal tarea, trabajo de cualquier gobierno es llegar a la meta y la meta es la búsqueda de la felicidad.
En esa tarea el gobierno del Presidente Danilo Medina ha tenido una constante interesante: ha jugado con los combustibles en dos vertientes, por lo menos: a) mantiene los precios de los carburantes por encima de los del mercado internacional y, b) los costos de la electricidad son abusivamente caros y sólo benefician a los negociantes del mercado de producción de la energía eléctrica. Hay la creencia de que el gobierno también cobra los apagones.
Hay un juego de mesa que consiste en adivinar una palabra; cada fallo de un jugador acerca la soga al muñequito que puede ser ahorcado.
Uno no sabe si lo que se persigue es acogotar al pueblo.
Grano a grano aumentan las dificultades. Al pueblo se le hace más difícil comer. El azúcar, el café, el chocolate, el yogur y el aceite, entre otros artículos también volverán a subir de precios mientras el gobierno continúa la danza de los millones, como si la obligación de buscar la felicidad no fuera para el pueblo si no para muchos miembros del Partido de la Liberación Dominicana.
Al gobierno se le ha advertido: tanto va el cántaro al pozo hasta que se rompe. ¿Acaso se persigue desesperar al pueblo para que una poblada justifique el inicio de una dictadura?