A: doña María Ugarte y don Carlos Curiel
No podemos hablar de las vanguardias españolas sin pensar en doña María Ugarte, una inmigrante española, intelectual, que toda su vida en su labor de crítica literaria y de arte defendió los aportes que tan pronto pisaron tierra dominicana hicieran los inmigrantes Botello, Gausachs, Fernández-Granel, Manolo Pascual, Prats-Ventós, Shum, Compostela y Vela Zanetti. Al igual lo hizo su amigo entrañable el Dr. Carlos Curiel, abogado, periodista y crítico de arte, literatura y cine, quien, al igual que doña María, ejerció el periodismo hasta el final de su vida, ambos desde la plataforma del periódico El Caribe.
El legado de los artistas españoles y republicanos, en su mayoría docentes, ha dejado una huella visible en la creación plástica dominicana, ya que iniciaron la plataforma para el renacimiento de las artes plásticas y visuales, así como cultural, a nivel nacional en República Dominicana.
Dentro del marco de la celebración de “Semanas de España en República Dominicana”, celebrada desde el 25 de septiembre al 28 de octubre en curso, el Museo Bellapart facilitó a la Quinta Dominica las obras de su colección, dentro de su política institucional que tiene como uno de sus propósitos fundamentales la promoción del arte dominicano tanto en el territorio nacional como en el extranjero, donde han llevado a Europa maestros dominicanos como Jaime Colson, específicamente a la UNESCO de París, y luego a Japón.
La Quinta Dominica exhibe su colectiva “Destellos del Caribe. Artistas españoles en la Colección Bellapart”. La misma consiste en una propuesta de dibujos, pinturas y esculturas significativas, que han sido el gran legado de nueve artistas españoles pertenecientes a la generación de la Guerra Civil, y siendo descendientes de la República Española lucharon contra la subida de la dictadura franquista.
Fueron hijos del destierro y del exilio, formados por las ideas de libertad republicanas, y educados con los valores éticos y estéticos de una gesta política que puso al arte y la cultura en alto, como valor fundamental para la educación y la democracia. Fueron los herederos de una mentalidad y actitud ciudadana de intelectuales comprometidos con un sentido muy amplio de libertad, pues entendían que no podían identificarse como artistas e intelectuales sin implicarse en la creación y la dinámica de un tejido social y humano que permitiera un diálogo permanente entre el intelectual, el artista y el pueblo.
Es con esa fuerza que se instalaron en República Dominicana, aportando con su arte y sabiduría elementos de diálogo y reflexión con la intelectualidad y los artistas dominicanos que intentaban sobrevivir a la dictadura trujillista. Esta exposición “Destellos del Caribe” tiene un significado profundo, pues nos ofrece muchas claves de lectura. La primera es la humana, que estamos frente a una generación de españoles que defendió la España revolucionaria y vanguardista, tanto en el sentido artístico como político, pues la República fue una de las propuestas más avanzadas del diálogo necesario entre arte y sociedad para el mayor fruto de la libertad y de la democracia.
Llegaron con sus sueños y las utopías abiertas a la solidaridad, dispuestas a seguir con el arte como instrumento esencial de lucha e integración con los pueblos. Esa fuerza y ese objetivo les favorecieron una acogida solidaria e inteligente de la intelectualidad y de los artistas dominicanos amenazados por la soberbia y la represión trujillista. Por este motivo, una vez más, el arte nos permite confirmar que es probablemente la capacidad humana que favorece superar todos los obstáculos impuestos por las ideologías herméticas a la libertad del ser humano, una libertad que no sea limitada por intereses de estados, ideologías y de “moral de zarzuela”.
Lo más importante es que esta generación de artistas españoles republicanos y sus descendientes fueron capaces de crear el diálogo, de crear y hacer la obra. Porque el otro elemento fundamental es que así como llegaron cargados de ideas revolucionarias, también aportaron sus conocimientos heredados de las nuevas vanguardias europeas con sus praxis cubistas, impresionistas y constructivistas.
Todas las obras exhibidas son excepcionales, y no tenemos espacio para analizar y enunciar cada una de ellas, por lo que nos permitimos darle algunos avances de la gran colectiva que les invitamos a disfrutar:
Eugenio Fernández-Granel, presentando su obra de 1946, “Indio comprando un caballo” (óleo sobre cartón). Oriundo de La Coruña, Galicia, estudió música en Santiago de Compostela y en Madrid, donde inició amistad con Enrique Casal Chapí, quien le invita a Santo Domingo en el 1939, y forma parte de los primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Casal Chapi. En el 1941, a raíz de un encuentro con André Bretón, descubre su vocación por la pintura. Este autodidacta en pintura, participa en el movimiento “La Poesía Sorprendida” e hizo las ilustraciones para la revista de dicho movimiento, del cual formaba parte, justamente, el doctor Carlos Curiel, a quien le hacemos homenaje post mortem.
De Antonio Prats-Ventós, de la colección La Selva, un relieve en caoba, producida a finales de la década del 70. Este catalán se casó e hizo familia en República Dominicana, compartió su pasión creativa entre la pintura y la escultura, que finalmente se impuso, ya que su creación escultórica es excepcional, y en la que trabajó la madera, piedra, cemento y metal, conjugando la figuración y la abstracción, el relieve, la talla y el policromado.
Josep Gausachs, 1889-1959, nacido en Barcelona, quizás el mejor formado del grupo, cuya formación en Barcelona la consolidó en París, estableciéndose en Montparnasse, donde compartió con las vanguardias del momento. En 1940 llegó al país como exiliado político republicano, incorporándose como docente a la recién creada Escuela Nacional de Bellas Artes, lo que permitió que muchos artistas dominicanos, hoy maestros, se nutrieran y completaran su formación con Gausachs. Formó parte del grupo Los Cuatro, junto a Jaime Colson, Clara Ledesma y Gilberto Hernández Ortega. Al igual que su amigo Prats-Ventós formó familia en Santo Domingo, donde ambos murieron y aquí están enterrados. “Sus paisajes y sus figuras femeninas manifiestan una especial sensibilidad hacia los matices y riquezas del color y del mestizaje en el Caribe”, señala Myrna Guerrero, directora del Museo Bellapart y comisaria-curadora de la colectiva. En el catálogo hecho para “Destellos del Caribe” seleccionó uno de los períodos más interesantes de la historia del arte dominicano, la obra “Negrita”, hecha por Gausachs en 1944. Carboncillo y gouache sobre papel kraft, 65×46 cm.
Que la Quinta Dominica haya optado por este ángulo de conmemoración de encuentro de los “Dos Mundos” nos parece responder a las urgencias y planteamientos que nos exigen los desafíos del siglo XXI, es decir: construir, diálogo, paz y reflexión, más allá de los dramas y de las tragedias históricas que surgieron de las colonizaciones y de las guerras. Es un ejercicio fundamental para alimentar el “diálogo sin olvido”, “el perdón con la memoria”, y poner en evidencia todo lo sublime del ser humano que en su genialidad de creación e inteligencia es capaz de aportar a la civilización de lo universal, a la cual nos invitan a participar con el orgullo en el pecho pensadores y poetas como Aimé Césaire, Senghor, García-Lorca, Éluard, Apollinaire y Picasso, así como tantos olvidados en los que no podemos soslayar al grupo de intelectuales y artistas españoles que se exiliaron en América Latina para darle la tunda al franquismo a través del arte, la cultura y la inteligencia. “Destellos del Caribe” nos permite estar cerca de estas ideas universales y sentirnos más cerca de todos aquellos que con la pluma y el pincel nos salvaron de la vergüenza, poniendo en alto la dignidad de ser libres. Es una exhibición que permite analizar todos los aportes técnicos y de composición que los artistas españoles republicanos aportaron al arte dominicano, en esta, podemos admirar los trazos de composición y descomposición de la imagen, así como el fraccionamiento del espacio dentro de la tela. Ahora bien, aportaron y recibieron, pues enfrentados a la luz del trópico, a una nueva geografía y a una nueva historia antropológica de los usos y costumbres, tuvieron frente a ellos una pantalla excepcional de colores y elementos que encendieron sus obras. Es ahí donde observamos “el encuentro de estos dos mundos”, va más allá de una conmemoración histórica, social y política, porque “Destellos del Caribe” es el resultado del encuentro de dos mundos unidos por la complicidad de la creación y la conciencia de la humanidad, es un humanismo hecho obra surgido del encuentro artístico e intelectual de dos mundos de imaginación, luz, utopía y sueños…
Queremos concluir señalando que esta exposición cumple con una de las funciones fundamentales del arte, pues une el viejo y el nuevo mundo con la magia más inexplicable del ser humano, ¡el duende de crear y la fuerza de pensar!