El 7 de este mes, el país recibió la infausta e inesperada noticia del fallecimiento, a la edad de 96 años, del doctor Ramón Pina Acevedo, sin dudas, el principal propulsor del boxeo profesional de la República Dominicana.
Inexplicablemente, el doctor Pina Acevedo partió de este mundo sin que se convirtiera en realidad su exaltación al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, obviamente en el renglón de Propulsor.
“Tú crees que esa gente te hará caso”, me dijo el reconocido y prestigioso jurista, en referencia a los miembros del Comité Permanente del Pabellón de la Fama, cuando le comuniqué mi intención de proponerlo para su exaltación a la inmortalidad del deporte dominicano.
En efecto, poco después de que el doctor Luis Scheker Ortiz asumiera la presidencia del Pabellón de la Fama, le hice entrega de mi propuesta, en la que exponía, de forma resumida, el impresionante historial deportivo y profesional del doctor Pina Acevedo.
El tiempo ha transcurrido y pese a lo longeva de su vida, el deceso de Pina Acevedo llegó antes de su exaltación a la inmortalidad, aún y cuando nadie se atreve a regatear sus méritos, más que suficientes, para ocupar un espacio en el Pabellón de la Fama del Deporte de la República Dominicana.
Tenía razón cuando me dijo: “tú crees que esa gente te hará caso”.
Bajo el amparo de Pina Acevedo, el boxeo dominicano vivió su época dorada, en la que surgieron los más brillantes y reconocidos pugilistas quisqueyanos, muchos de los cuales hoy son miembros del Pabellón de la Fama.
Es una pena no lo hayan valorado mejor.