A medida que avanza el mes, el ánimo está arropado del espíritu de la Navidad con el acercamiento de las amistades y familiares, pero los políticos mantienen su acelerado programa de proselitismo y embaucamiento de posibles seguidores. Las calles se han tornado en un caos para transitar por el exceso de vehículos en circulación o en el uso de los parqueos de calles y plazas, como ocurriera con motivo del Viernes Negro, y ha vuelto a ocurrir en los días previos a la Navidad, que hizo colapsar en varios días el tránsito desde tempranas horas de la mañana hasta bien entrada la noche de cada tapón.
Todo, en esta temporada de disipación de tensiones se desenvuelve en un espíritu de tolerancia, que hasta se aceptan las arbitrariedades de los agentes de la AMET, empeñados en amargarle el día a propietarios de vehículos privados en buen estado, pero no así a los conductores de vehículos de lujo o a las chatarras de los dueños del país.
Y a medida que el dominicano ya comienza a saber conceptualizar, atributo que le era negado por un notable político del PLD, fiel creyente de su superioridad sobre sus demás ciudadanos, el ciudadano se va dando cuenta de que la clase política, que en su mayoría se ha enrolado en el ejercicio de la política para buscar los beneficios que proporciona el poder, como ha resultado la táctica para reducir el desempleo de emplear a más de 200 mil ciudadanos en la nómina del Estado para proclamar que el desempleo ha disminuido pero como se ha visto, el mismo ha sido muy generoso y abundante para los que lo disfrutan desde hace diez años por lo que la ciudadanía se siente estimulada a repudiar esa clase.
Y los sesudos sociólogos políticos, que teorizan de lo que debe ser un correcto ejercicio de la actividad política, bebiendo de las inmutables enseñanzas de Platón y Sócrates, se frustran y se derrumban al ver a sus congéneres haciendo uso de la más hermosa actividad humana, como sentenciaba nuestro patricio Juan Pablo Duarte, de lo que debía ser el ejercicio de la política.
Nuestros políticos han desvirtuado la actividad política y han frustrado a los teóricos de buena fe, que pretendieron enseñarle el camino de un buen ejercicio de la actividad. Si hacen uso de los fines primarios de servir a sus semejantes, es por el populismo para poder embaucarlos y hacerse los indispensables para que los apoyen en sus afanes de llegar al poder, a sabiendas de que su principal meta es saquear o dejar saquear lo mas rápido posible el tesoro público, llevando a cabo los más variados tipos de negocios y negociaciones con contratos muy especiales, protegiendo a los corruptos así como con dádivas a sus fieles apoyadores, tanto económica como militantemente, con todo tipo de negocios.
Hay una gran frustración entre los grandes teóricos de la política criolla, el ver que sus empeños, en hacernos más honrados, choca con la condición innata de la mente del que se dedica a la política para aprovecharse del poder, sacudiéndose de las penurias económicas o brillar en el mundo social, al que solo lo veían en reportajes televisivos o de prensa para ostentar una opulencia manchada por un dinero que le ha producido su cercanía al poder.
Ya los políticos no hacen uso de estrategias que le elaboran sus asesores, o que ellos mismos han concebido cuando todavía tenían buena fe, no estaban en el poder y eran inocentes en cuanto al verdadero uso de los resortes del poder. Lo primero que hacen cuando suben las escalinatas del Palacio Nacional es tirar al zafacón su plan de gobierno y embarcarse a lo dictado por las circunstancias, buscando la forma de beneficiarse del cargo, cosa que se refleja por lo general en las ostentaciones de sus subalternos, y si utiliza su plan de gobierno, tropieza con el tipo de persona que se rodea para llevar a cabo sus buenas intenciones, que no pasan de ahí y se ve superado por los acontecimientos del día a día, que van desde crisis con los haitianos hasta protestas domésticas por el asunto del aborto y hospitales mal atendidos y cayéndose a pedazos.