La Gran Depresión de 1930 y la Gran Recesión de 2008 dejaron las finanzas públicas en condiciones muy diferentes. Aunque incomparables por la profundidad de la crisis, la primera redujo la deuda externa y el presupuesto público generó ahorro que se convirtió en la fuente inicial de la acumulación originaria de capital de Trujillo, recursos utilizados para comprar voluntades de políticos e intelectuales y para prolongarse en el poder. La segunda, menos intensa, aumento la deuda por los déficits en el presupuesto, también fue fuente de acumulación originaria capital para los mismos propósitos políticos, lo observamos en los años 2007-2012.
En 1944 fue cuando los dominicanos recuperamos el ingreso per cápita de 1929, tardamos 15 años, la economía estuvo en una recesión relativamente prolongada de 1929 a 1933, acumulado el PIB se redujo 41%. Los norteamericanos tardaron 10 años. Contribuyó a deteriorar la economía dominicana, además de la crisis externa, la caída en el consumo interno como consecuencia de la disminución del circulante en 30%, de US$30.88 millones en 1929 a US$21.52 millones en 1933.
El ahorro en el presupuesto público, que sin control de nadie Trujillo utiliza para fines políticos, contribuyó a consolidar la dictadura. El ahorro se produce a pesar de que los ingresos fiscales se reducen 25%, el promedio anual de US$12.8 millones en el periodo 1924-1928 disminuye a US$9.6 millones en 1929-1933, la caída fue sobradamente compensada por el menor gasto total, principalmente el servicio de la deuda externa; se debía pagar US$7,600,000 en los años 1930-1934 y se pagó US$1,794,000. Con la recuperación del crecimiento de la economía se reduce la deuda, el plazo de repago se había ampliado y el país no se endeudó, se lo prohibía la Convención ratificada en 1924.
No fue, como dijo la propaganda trujillista, que la suspensión del pago del servicio de la deuda externa del 23 de octubre de 1931 al 31 de diciembre de 1934, fue un acto de guapeza del dictador. Basta revisar la historia para darnos cuenta de que la suspensión nunca fue rechazada por el poder político de Washington, además no fuimos los primeros en hacerlo. Bolivia había dejado de pagar su deuda externa con motivo de la crisis mundial el primero de enero de 1931, luego le siguieron otros países latinoamericanos, hasta el punto de que en 1932 sumaban doce y en 1935 catorce, los que habían suspendido el pago de la deuda con motivo de la crisis mundial. A todos Washington les autorizó la renegociación.
La Gran Recesión de 2008 dejó las finanzas públicas en peores condiciones, no revisamos lo que hicimos bien en 1930, aunque fuera obligado por la Convención. Sin haber acumulado ahorros públicos y creyéndonos ricos, gastamos en exceso desde el 2008.
Ahora el presupuesto público no puede amortizar la deuda, que requiere el uso de la cuarta parte de los ingresos tributarios, y atender los múltiples requerimientos sociales. Se aumentó la deuda del sector público no financiero de US$14,878 millones en 2007 a US$25,418 millones en 2012, para decirnos que acumulado el PIB habido crecido 25%.
Pero no se dijo que cada punto de aumento del PIB costó US$422 millones, que debía pagarse con más impuestos y sacrificios sociales.