Para tener una idea de los problemas que presenta el método estándar con que se mide el crecimiento económico, fíjese en las camas, o en los medios de comunicación.
Las camas representan una pequeña proporción del producto interno bruto a pesar de que dormir es tremendamente útil para los consumidores, según un documento académico presentado esta semana en una conferencia en Dresde, Alemania.
Los autores recalcaron esto con el fin de describir su investigación sobre los medios de comunicación en línea gratuitos y su impacto, o la falta de este, en las cifras oficiales del PIB.
La conferencia de gran envergadura organizada por la oficina de estadísticas de Alemania se centra en algunas de las debilidades de la medida del bienestar económico de cien años de antigüedad, y se podría decir que avala los argumentos para la búsqueda de mejores métodos.
Otro estudio analiza las divergencias entre el PIB per cápita y el ingreso medio de los hogares –una forma de medir la desigualdad– y concluye que actualmente no hay una forma clara para evaluar las tendencias en los estándares de vida.
Tome como ejemplo a Facebook o Google. Esos y otros servicios en línea proporcionan información y entretenimiento a cientos de millones de personas. Sin embargo, al ser gratuitos, su aporte a la economía no se ve reflejado en la contabilidad nacional.
Considerando que algunos economistas creen que el crecimiento del PIB está “muy infravalorado” por no incluir a los medios de comunicación gratuitos, Leonard Nakamura del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia y Jon Samuels y Rachel Soloveichik de la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos intentaron calcular un número. Imputaron las cifras de producción y consumo de los medios de comunicación respaldados por publicidad tomando el modelo de negocio como una serie de operaciones de permutas –videos de YouTube a cambio de vistas de anuncios.
Decepcionados. En vista de esto, los resultados podrían desilusionar a los críticos del PIB. La inclusión de los medios de comunicación gratuitos habría aumentando la producción real en los Estados Unidos entre 1998 y 2012 solo en un 0,009 por ciento al año. Sin embargo, los investigadores también dijeron algo fundamental: el PIB no es sinónimo de utilidad.
“Hay muchas áreas de la economía en las que el gasto del consumidor en una actividad es mucho menor que la utilidad total para esa misma actividad”, dijeron. “Por ejemplo, dormir ocupa aproximadamente un tercio del tiempo total y ofrece una enorme utilidad, Sin embargo, las camas representan una proporción muy pequeña del gasto de los consumidores”.
Otro estudio presentado en la conferencia por Brian Nolan, Max Roser y Stefan Thewissen, miembros del Institute for New Economic Thinking, analiza el PIB per cápita.
La medida ha superado el ingreso medio de los hogares en las últimas décadas en muchos países desarrollados, especialmente en los Estados Unidos. Los autores dicen que eso ha provocado peticiones para que el ingreso de un hogar “típico” reciba una mayor atención en la evaluación de las tendencias del bienestar económico.
Conclusiones. Después de analizar los datos de 27 países, los investigadores descubrieron que de hecho la disminución en el tamaño de los hogares a menudo contribuía más a la divergencia de los ingresos que a su desigualdad. Por último, concluyeron que actualmente no hay un método único que pueda considerarse como el mejor para evaluar la prosperidad de un país. Solo un cuidadoso análisis caso a caso de los indicadores individuales en cada economía permitirá a los investigadores determinar si los esfuerzos para promover el crecimiento real de los ingresos han sido un éxito o un fracaso, agregaron.
Con otras palabras, el PIB puede haber aumentado desde sus humildes comienzos durante la Gran Depresión para convertirse en un indicador esencial para los gobiernos y los bancos centrales del mundo, pero ese no debería ser el final de la historia.