Decenas de niños o adolescentes son víctimas de maltratos físicos, psicológicos, moral y social, dentro de la escuela, por amigos de aulas, grupos de otros cursos que, durante el recreo o a la salida de clase, acosan, molestan, hostigan, agreden, burlan, golpean, escupen o intimidan a sus víctimas de forma recurrente, convirtiéndose en uno de los maltratos de mayor impacto en la vida psicoemocional del niño o adolecente, llamado SÍNDROME DE BULLYING.
La escuela es el segundo espacio de socialización, de aprendizaje y de desarrollo integral con que cuentan los niños y adolescentes. Cuando aparecen grupos que escogen a una víctima que se encuentra en desventaja por una limitación académica, física, social y lo empiezan a burlar, o poner sobrenombres, rechazarlos, someterlos a comentarios hirientes dentro o fuera del aula va dañando la vida emocional del niño.
La secuela de ese maltrato sistemático produce baja autoestima, inseguridad, miedo, bajo autoconcepto, fobia social, inadaptación, depresión, ansiedad, y hasta suicidio. Un niño(a) maltratado dentro de su escuela presenta bajo rendimiento escolar, ausentismo, aislamiento, apatía por los estudios, miedo a integrarse a grupos, o suelen regalar dinero o prendas a los agresores por miedo o inseguridad frente a estos. Existen tres tipos de acosadores: El acosador intelectual: aquel que posee buenas habilidades sociales y popularidad en los grupos y es capaz de dirigir, manipular e influenciar a otros para que cumplan sus maltratos. Mientras que el acosador problemático es aquel que padece de un trastorno disocial de la conducta que hace daño, extorsiona, culpabiliza, desacredita y daña a los demás producto de sus frustraciones y actitudes emocionales negativas. Sin embargo, existe un acosador víctima que actúa por influencia, por baja autoestima por la necesidad de validación y reconocimiento del grupo y participa en los maltratos a los demás.
El bullying daña, y deja lesiones y traumas que afectan a los niños en su desarrollo y su adultez. Solamente hay que escuchar a un niño víctima o adolescente para identificar sus miedos, temores, angustia, su falta de habilidades y destreza para articular su propia defensa, optando entonces por guardar silencio, aislamiento y una inseguridad vital y social. ¿Qué hacer? La escuela debe aprender a diagnosticar e identificar los niños víctimas y los niños agresores. Debe trabajarlos dentro del aula y dentro de la escuela a través de dinámicas grupales, enseñando a los niños a vivir la compasión, el altruismo, las diferencias, la tolerancia y el compromiso como grupo y como amigos. Nunca debe expulsar o sugerir el cambio de colegio por un BULLYING. Sencillamente eso es estimular más el acoso y reproducir el daño a la víctima. Hay que estimular vivir las diferencias en la diversidad.