Desde siempre nuestro país ha sufrido la imposición política de fuerzas extranjeras y la falta de patriotismo y solidaridad de nuestros propios gobernantes.
Ahora estamos cercados por nuevas fuerzas que intervienen de manera descubierta, descarada, en nuestras políticas actuales y en las venideras.
Se está conformando el futuro de los dominicanos, ante nuestros ojos, mientras estamos perdidos en conocer si Beltré jonroneó o si el milagro de Bartolo Colón ganó el juego en el cual va a pichar la semana próxima, como si eso fuera lo más importante. Lo cierto es que andamos de mal en peor con un gobierno borracho de dinero, fruto de empréstitos extranjeros y endeudamiento interno, que actúa de manera irresponsable en materia económica.
El barco se mantiene navegando por el esfuerzo de un miope sector privado, el contrabando, la evasión de impuestos, la droga, las exenciones en favor de empresarios que matan con su avaricia la gallina de los huevos de oro, a lo cual se suma el elevado endeudamiento, externo e interno.
Vivimos en una isla dividida. Nuestro país está limitado por el mar Caribe, el océano Atlántico y Haití, a ello hay que sumar las campañas mediáticas con las cuales nos cercan ahora hasta con la participación de protagonistas internacionales.
Actualmente nos acorralan, desde tres puntos importantes: primero: una nueva reforma fiscal para que los dominicanos paguemos cada vez más caro el deservicio del gobierno en salud, educación, vivienda, falta de crédito agrícola supervisado y paro de contar.
Segundo: la lavativa que fuerzan desde Estados Unidos, fundamentalmente, para que acepemos lo inaceptable, que se viole la Constitución para que se nacionalicen personas a quienes no les corresponde por ser hijos de personas en tránsito;
y, tercero: La voracidad de un sector privado que actúa como la azada, con todo para sí, como si el único componente de la creación de riquezas fuera el capital y ahora quieren limitar a cinco años la prestación de la cesantía en favor de los trabajadores.
Un economista “independiente” propone que se desconozca la conquista de los trabajadores desde los tiempos de Trujillo: el pago de la cesantía, en beneficio de los trabajadores y empleados.
Traen varios chilenos, para que nos dicten modificaciones a las leyes de inmigración y nacionalidad y otro para que nos convenza de que paguemos más impuestos para que el gobierno siga malgastando el futuro y endeudándonos.
Estamos como el ciego que cruzba el río en una barca y de pronto, en medio de la corriente, un remo golpea en un ojo al amigo del invidente quien exclama ¡ya si llegamos! y el ciego se tiró al agua.
Nos llevan con un narigón …como caña p’al ingenio.