Las pequeñas empresas dominicanas, es decir, las unidades empresariales de manufactura, comercio o servicio con entre 11 y 50 trabajadores, constituyen un estamento de importancia en el quehacer económico del país. Las aproximadamente 20,000 empresas que califican bajo esta denominación, casi todas formalmente establecidas, tienen retos importantes para consolidar su futuro como agentes económicos claves en el país.
El Fondo para el Financiamiento de la Microempresa, Inc. (FondoMicro) ha venido estudiando sostenidamente este sector de la economía a través de 17 encuestas nacionales a lo largo de 23 años. A través de estas investigaciones empíricas hemos logrado un corpus de conocimiento que puede servir como guía para el desarrollo futuro de estas empresas.
Los tres retos más importantes que hemos identificado para estas empresas a lo largo de estos estudios pueden sugerir un camino hábil para su desarrollo, basados en información estadísticamente válida, levantada en el campo, y no desde el confort de un escritorio.
En primer lugar, el acceso a créditos bancarios de por lo menos mediano plazo. Estos plazos no son comunes en los préstamos a las pequeñas empresas, debido sobre todo a las tasas del mercado bancario para este tipo de empresa, y las dificultades que acompañan este sector, sobre todo por la ausencia de garantías tangibles aceptables bajo las regulaciones del Reglamento de Evaluación de Activos (REA) de la banca.
Solo los préstamos a mediano plazo otorgan verdadero “capital de trabajo”, inscribiendo fondos corrientes en estas empresas mientras colocan la deuda en pasivos no corrientes. Por otro lado, solo los créditos a mediano plazo posibilitan la adquisición de más modernos activos fijos y renovada tecnología para una mayor competitividad y acceso a mercados internacionales mediante una calidad mundial. La adquisición de estos ingredientes del proceso productivo es difícilmente accesible con fondos a corto plazo.
El segundo elemento que ha sido detectado es la necesidad de un importante cambio de cultura empresarial. En general, la cultura empresarial dominicana es bastante individualista. Inclusive, muchas veces la estrategia de avanzar consiste en lograr o provocar que los otros queden atrás. Sin una adecuada cultura de consorciación, como la que encontramos, por ejemplo, en el norte de Italia, no se podrá acceder al importante mercado mundial en la escala que suele demandar. Tanto en la manufactura ligera como en la agroindustria, posibles pilares del futuro, la producción asociativa jugará un papel importante. La formación de “clusters” para producción conjunta permite acceder a más amplios mercados, expandiendo la escala que podría lograr una empresa de manera individual.
Por último, la profundización de habilidades gerenciales es el tercer reto a enfrentar. Ser emprendedor y tener buenas ideas no otorgan una habilidad gerencial infusa, requerida para dirigir una empresa de entre 11 y 50 empleados. Saber manejar personal y desarrollar un equipo gerencial adecuado a su dimensión, supervisar presupuestos y ejecutarlos con apego, saber evaluar el mercado para acceder exitosamente a más consumidores, poder controlar costos manteniendo o superando la calidad, establecer marcas que impliquen una diferencia que agregue valor, administrar financieramente el crecimiento (y aun el éxito), mantenerse al día en las variaciones del mercado y las innovaciones en el sector en el que opera; es decir, en resumen, ser un buen “gerente” y formar un equipo gerencial de apoyo adecuado no solo es difícil sino que se cultiva en el tiempo.
Pero hay un conjunto de habilidades gerenciales que se requieren desde el principio para la sobrevivencia y eventual expansión de la empresa. Lamentablemente, no hay “Escuela para Gerentes en Servicio” y la curva de aprendizaje suele ser costosa y a veces dolorosa. El acceso a información y capacitación adecuada a la etapa de cada empresa se convierte en un reto para estas unidades y a la vez una oportunidad de apoyo desde las universidades.
Acceso a créditos de mediano plazo, cultura asociativa y habilidades gerenciales indican un camino a desarrollar. Por lo tanto, pueden servir también como guía de acción a las instituciones, publicas y privadas, que se comprometen con el apoyo y desarrollo de las pequeñas empresas. Inclusive, el trabajar en esto factores puede constituirse en un elemento diferenciador para las instituciones financieras que acepten el reto.
El autor es presidente de FondoMicro