Nueva Delhi. EFE.- El gurú indio Sant Rampal ha pasado de plácidos baños de leche en su ashram o centro de meditación a sentir el frío tras los barrotes, después de verse acusado de una catarata de cargos que pueden dejarle entre rejas de por vida.
Rampal resistió casi dos semanas a los intentos de la Policía por detenerle en su ashram de Satlok, en el estado norteño de Haryana, envalentonado por los cerca de 15.000 seguidores que le protegían, un coraje que se desmoronó cuando finalmente ayer jueves fue puesto a disposición de un tribunal.
El santón se agarró a los barrotes para no venirse abajo completamente delante de los jueces y bajó la mirada avergonzado cuando acusó a sus “adorados” fieles de haber sido quienes no le dejaban salir del centro, donde la Policía había ido a buscarle por orden judicial.
La historia empezó cuando el Tribunal Superior de los estados de Punyab y Haryana, en el norte de la India, dictó una orden de búsqueda contra el líder espiritual por desacato, al no acudir a los juzgados para declarar sobre la muerte de una persona en 2006 por un disparo que salió de su supuestamente pacífico ashram.
Sin embargo, cuando los policías fueron a buscarle a este centro de la localidad de Barwada, miles y miles de seguidores les impidieron el paso en defensa de su líder.
Lo que seguramente la mayoría de ellos no sabía es que estaban defendiendo una auténtica mansión que ocupa nada menos que 50 hectáreas tras un muro de seis metros, que esconde desde una gran piscina a camas de masaje (se supone que para alcanzar la espiritualidad), según han ido relevando medios locales tras el allanamiento del sitio.
Los fieles llegaron en peregrinación, incluso caminando largas distancias, para defender un inmenso complejo en el que Rampal tenía unos cien vehículos, incluidos autocares, y habitaciones de mármol con aire acondicionado mientras ellos resistían a la intemperie.
Pero el gurú, el hombre santo, se puede despedir de sus lujos de por vida, ya que algunos de los nada menos que 28 cargos de los se enfrenta conllevan en la India la cadena perpetua.
El hombre santo no quería comparecer por desacato y ahora no le queda otra que hacerlo por acusaciones tan graves como asesinato y conspiración criminal, cargos que el Código Penal indio castiga incluso con la pena de muerte, según explicó a Efe el abogado Vikram Jit Mittal.
El letrado lleva el caso de un padre cuyo hijo murió en agosto en el ashram de Rampal, donde supuestamente se suicidó ahorcándose.
Cuando el padre empezó a indagar, descubrió que otro joven falleció un año antes que un tribunal investigaba esta muerte en la fortaleza de Rampal, que en 1995 dejó su puesto de ingeniero en el Gobierno de Haryana y desde entonces acumuló seguidores, lujos y últimamente cargos criminales.
Mientras permanece bajo custodia policial, Rampal tiene ahora todo el tiempo del mundo para meditar sobre estos y otros delitos que se le imputan, que, según el abogado, incluyen los de motín, disturbios, sedición y tenencia ilícita de armas.
Tras los disturbios y la operación policial, cinco mujeres y un niño de 18 meses han sido encontrados muertos.
Además, unos 300 acólitos del gurú y agentes de Policía resultaron lesionados, entre ellos nueve efectivos de los cuerpos de seguridad con herida de bala, y otras 459 personas fueron detenidas.
Es más que probable que la caída en desgracia del adorado líder no termine aquí, ya que “no será extraño que se acumulen más cargos, contra él y contra varios de sus seguidores más cercanos”, advirtió el abogado.