Nuestro presupuesto es deficitario, ya que la baja presión tributaria y la evasión no llegan a la cifra necesaria para llenar las necesidades de la nación, a pesar del crecimiento que hemos tenido de año en año, por lo que el gobierno se ve en la obligación de acudir al endeudamiento, tanto en préstamos como en la emisión de bonos.
El gobierno no ha querido enfrentarse aun a una reforma fiscal. La misma es urgente porque cada vez son más necesarios los recursos para invertir en la gran deuda social que se acumula cada vez más, y no podemos seguir financiando las inversiones a base del endeudamiento, ya que también debemos pagar con intereses, que la economía debe producir, pero sin restituir el monto de los impuestos necesarios para detener el déficits.
Soy un ciudadano que paga todos sus impuestos, y gracias a Dios, porque eso indica que estoy teniendo ingresos y beneficios, pero en nuestra economía tenemos muchos sectores que aun la DGII no tiene forma de cobrarle. Un buen ejemplo son los Médicos, esos mismos que hoy presionan para que el gobierno aumente el gasto en Salud y le aumente el salario, pero ellos no pagan impuestos de sus ingresos en las consultas privadas, y así mismo la gran mayoría de los profesionales liberales.
Al parecer el gobierno quiere apostar a la reducción de la evasión antes que a aumentar los impuestos. Y tal vez con una buena reforma, no necesariamente la fórmula debe ser el aumento, puede ser el desmonte de los privilegios que gozan algunos sectores, y presionar aquellos negocios de mala reputación como los juegos y los vicios, y todas las actividades económicas que aún se mantienen en el misterio del capital, sobre lo que escribiera Hernán de Soto, economista Peruano.
Pero de todas maneras necesitamos una reforma fiscal, donde los grandes capitales, dueños de las grandes riquezas del país, paguen más que lo que pagamos la clase media (proporcionalmente). Me atrevería a decir que pago más que muchas familias ricas de este país que han vivido de beneficiarse a la sombra del Estado, y que el manejo de los medios masivos de comunicación y otras artimañas del sistema los mantienen en el anonimato.
Una reforma fiscal haría más responsable a las clases sociales comprometidas con el bienestar social, pero los obligaría a apostar por la transparencia, no solo en las inversiones y gastos del erario, también se harían mejores competidores y recelosos del desarrollo social. Porque el incremento del consumo, del bienestar de la población, se revierte en un incremento de la demanda de bienes y consumo que producen e importan la industria y el comercio.
En esta deficitaria democracia que sufrimos, a quienes más les beneficia la paz y el desarrollo, son aquellos que tienen el poder económico en sus manos, y a su beneficio van precisamente las grandes inversiones que hace el gobierno, el Estado, pues deberían ser esos sectores los más interesados en apostar al equilibrio para el mantenimiento de la paz que le permita seguir explotando el trabajo productivo de sus obreros, empleados y prospectos. Manos a la obra, socios.