Madrid. Leo Messi y Cristiano Ronaldo son dos de los futbolistas que aspiran a encontrar el respaldo definitivo que les asiente en el olimpo de la historia del fútbol en Brasil 2014, la vigésima edición del gran evento de selecciones nacionales, el escaparate universal en el que cada futbolista pretende sobresalir.
Tanto Messi como Cristiano, los dos jugadores más reconocidos en la época actual, formaron parte de Mundiales pasados. Aunque ninguno fue capaz con su respectivo equipo nacional de alcanzar la dimensión que cada curso logra con su camiseta habitual. Ambos pasaron por Sudáfrica 2010 sin ruido excesivo.
En plena madurez, pretenden encontrar en Brasil el momento de gloria definitivo. Messi es reconocido ya por muchos como uno de los mejores de la historia.
Pero sigue a la espera de un momento estelar con Argentina, de un papel determinante en su selección, para formar parte de la disputa por el rey del fútbol a lo largo de la historia. Igualmente Portugal está a la espera de Cristiano, que cada fin de semana se obceca en alimentar sus propios números.
En esa ambición confía el combinado luso, pendiente de dar un salto de calidad en un gran torneo internacional para instalarse entre los grandes.
Y es que a lo largo de la historia la Copa del Mundo ha respaldado a grandes estrellas pendientes de confirmar o a propulsado definitivamente a nombres prometedores, casi desconocidos, que iniciaron en esta competición su andadura por el firmamento futbolístico.
Lejanas las ediciones de Uruguay 1930, donde sobresalió el goleador argentino Guillermo Stábile, de Italia 1934 con el italiano Angelo Schiavio, autor del gol del triunfo del equipo local ante Checoslovaquia, fueron los brasileños los que aprovecharon la proyección de un Mundial para iluminar este deporte.
Leonidas Da Silva y Ademir fueron destacados por sus goles en Francia 1938 y Brasil 1950, respectivamente, un honor que no consoló al combinado sudamericano, dolido aún por el famoso ‘Maracanazo’. Suiza 1954 confirmó el talento del húngaro Ferenc Puskas. Marcó tres goles en los dos partidos de primera ronda.
Padeció después una lesión en el tobillo y no regresó hasta la final que el equipo magiar jugó ante Alemania ante la que marcó su cuarto gol. Aunque no fue suficiente para evitar el triunfo germano. Brasil vivió a continuación su época dorada.
Y en ello mucho tuvo que ver Edson Arantes do Nascimento ‘Pelé’. Participó en tres ediciones y fue el campeón más joven de la historia. En 1958 Pelé era la gran promesa brasileña, pero eran pocos los que lo conocían. Antes del Mundial, sufrió una lesión de rodilla y estuvo cerca de abandonar.
Pero acudió a Suecia aunque no debutó hasta los cuartos de final, contra Gales, contra el que marcó el único gol se su equipo. Después, hizo tres contra Francia y en la final marcó dos, igual que Vavá.
Sin embargo, el torneo sueco subrayó la relevancia del goleador francés Just Fontaine, que acabó la competición con trece tantos, una cifra aún hoy no superada en un Mundial. Mantuvo su nivel en Chile 1962, ya considerado como el mejor del mundo aunque su participación fue mínima.
Fue Garrincha el que asumió el liderazgo del equipo canarinho, que sumó su segunda copa consecutiva tras ganar en la final a Checoslovaquia.
En Inglaterra 1966 irrumpió la figura de Eusebio, que lideró a una entusiasta Portugal, que llegó hasta semifinales mientras Brasil no pasó de un papel discreto.
El luso fue, además, el máximo goleador, con nueve tantos, de una edición que también reconoció al local Bobby Moore, el hombre que levantó la primera copa para el combinado inglés. Brasil acudió a México 1970 con un plantel envidiable.
Además de Pelé presentó a otros grandes jugadores como Jairzinho, Tostao, Rivelino y Carlos Alberto. Fue recordado el torneo azteca por el buen fútbol del conjunto sudamericano, pero también por la aparición del alemán Franz Beckenbauer, que llevó a su equipo hasta las semifinales, donde disputó, ante Italia, uno de los enfrentamientos más recordados de la historia, al igual que Gerd Muller, el máximo artillero.