En busca de la identidad en la canción protesta

En busca de la identidad en la canción protesta

Memoria portable. Tejeda relata cómo la música y el verso han acompañado el trajinar histórico, político, económico, cultural y social del país. Un contenido tan amplio que no podría ser LP ni CD, sino una memoria portable de muchos gigas.

El libro del destacado sociólogo y folclorista dominicano Dagoberto Tejeda Ortíz “La Música Popular e Identidad Nacional”, es una provocación para investigadores, interesados en el siglo XX dominicano y un manjar para melómanos.
Adentrarse en “Música popular e Identidad Nacional en Dominicana”, es una experiencia sonora y literaria inolvidable, que nos reafirma quiénes somos y de dónde venimos y cómo fue plasmado, en letra y música, ese recorrido.
Es una mirada incisiva a nuestro quehacer, partiendo de las canciones de protesta. Una muestra de su persistencia en el estudio de los rasgos que conforman nuestra identidad y su aporte a la cultura.
Demostrando que tal y como sostuvo el sociólogo italiano Giuseppe Pitré “el pasado no ha muerto” y sobre todo si, como Dagoberto Tejeda se busca conectar la música con los ideales de sociedad en que queremos vivir.
Tejeda relata cómo la música y el verso han acompañado el trajinar histórico, político, económico, cultural y social del país. Un contenido tan amplio que no podría ser LP ni CD, sino una memoria portable de muchos gigas. Aquí nos enteramos cómo nos cantaron y musicalizaron poetas, artistas y músicos, siendo colonia, naciendo la república, en la guerra, en la dictadura, en la democracia, en las intervenciones norteamericanas, en la “dictadura ilustrada” de Joaquín Balaguer entre otros procesos. Un texto que se se baila, se canta y se llora, comprometido con la identidad dominicana, como eje transversal, usando himnos, poemas y canciones en el contexto enumerado en el párrafo anterior.
¿Cómo quedó registrado en nuestra memoria sonora la Guerra de Abril, el asesinato de Caamaño, Los 7 Días con el pueblo, el gobierno de Antonio Guzmán, el vuelve y vuelve del doctor? La respuesta tiene sonido de guitarra, de son, de merengue y caras y nombres y espacios determinados. Figuras conocidas y algunas no tan conocida, que sin embargo aportaron para construir la sociedad que somos hoy.
Que se cante, se baile y se llore es una opción del lector. Por ejemplo, mientras leía fuimos recordando momentos de la niñez en Monte Plata y poniendo canciones en “Youtube”. Viendo a los integrantes de la b anda colorá perseguir o golpear a algún joven en medio de la calle. Los primeros intentos por bailar “el Tabaco” de Johnny Ventura, la voz de Wilfrido Vargas contando sobre “Enrique Blanco” y sus “tiro, tiro y mucho tiro”, por aquí y por allá… O volviendo a ver a Cuco Valoy en el Show del Mediodía cuando estrenó “Páginas Gloriosas”. Esas cualidades no le quitan coherencia temática o rigurosidad académica a “Música popular e Identidad Nacional en Dominicana”.
Desde hace mucho, compartimos preocupación por la falta de documentación de la música dominicana, y, este es un vacío menos. Ya que Dagoberto se ha concentrado -y, qué bueno-, en la canción de protesta. Al papel de la crítica en nuestra sociedad y cómplice con la creación poética y musical que ha recogido el sentir del pueblo al momento de ser oprimido, apresado o disminuido en sus derechos.
Dagoberto pone el dedo sobre la llaga:
A la política, le pone crítica y protesta
Al poder político, le opone el poder del pueblo
A los militares y policías, los desdibuja con versos de cantautores
A la historia, la acerca a la actualidad a través de la enumeración de los cambios sufridos o gozados.
A la represión conciertos libertarios
A la complicidad y el silencio de hoy, deja abierta la puerta de la esperanza…
Dagoberto Tejeda, forjador de un nuevo abordaje de la sociología cultural en el país, fue fundador del Grupo Convite, organizador de “7 Días con el Pueblo”, maestro meritísimo de la UASD y otras universidades, con 22 libros publicados y colaborado y participado en otros tantos, es el hombre ideal para enumerar los protagonistas de la Nueva Canción Dominicana y sus lazos con otros artistas y procesos similares en América Latina plagada de dictadores, como España y otros países de Europa, cuyas voces inmarcesibles se unieron con sus luchas y sus cantos a nuestra lucha y nuestros cantos.
Es un grito contra el olvido. Un contrapeso a los que piensan que nuestros artistas solo han buscado fama, gloria o dinero. Es un elogio a hombres y mujeres que sacrificaron sus carreras por algo tan grande que solo cabe en el pecho: la patria. Es su manera de empuñar el fusil de la palabra para recordarnos que cada música canta su tiempo, y que tal vez, no estamos jugando el papel que nos toca. Un homenaje a los ideales del pensamiento libertario y los valores humanitarios.
Es también un paseo sonoro y narrativo por los años 70, de la vellonera y la universidad, con guitarra, salves, atabales, música campesina y sobre todo muchos merengues.
Es la música de fondo de los 12 años de Balaguer, quien mantuvo, como describe el autor “una persecución abusiva, arbitraria e irracional contra los artistas que le adversaban”. Dagoberto nos pasea por lo más trascendental de la canción social dominicana, protagonizada por Expresión Joven, Grupo Convite y Nueva Forma, en los que estaban enrolados artistas trascendentales de nuestra música como: Ramón Leonardo, Víctor Víctor, Luis Días, Sonia Silvestre y Claudio Cohén, o Xiomara Fortuna, Manuel Jiménez, Duluc, Roldán…
Nombres de hombres y mujeres que acudieron al llamado del poeta Mir cuando gritó que faltaban hombres para hacer la canción…

“Señor Gobierno
a las ideas nunca pretenda
meterlas presas…
En estos muros, será sorpresa
ya no es tan bella
y es que no es cierto, señor Gobierno
que alguna idea pueda estar presa…”

Nombres que a su decir, se convirtieron en “símbolos de la lucha, de la rebeldía, redefiniendo el papel del artista, del cantor del arte y de la canción en un compromiso con el pueblo en defensa de los mejores y más sagrados intereses de la patria”.
Ramón Leonardo denominado el padre de la canción protesta y cantante de la patria tiene el crédito imperecedero de haber cantado “Obrero acepta mi mano” en “7 Días con el pueblo” y de haber escrito el tema con que recordamos al coronel de Abril… “Francisco Alberto, caramba…”.
Disfrutamos las canciones sociales escritas por el maestro Yaqui Núñez: “Mamá Tingó” (Johnny Ventura), “Sagrario Sucede a Veces” (Manuel de Jesús), “ Yo no me doy cuenta” (Cecilia García), “Juan Pablo Duarte” (Sonia Silvestre).
Las escritas por Luis Días, donde la ciudad y el campo, el guardia y el perseguido son iguales víctimas del sistema, como muestra canciones como “Barrios Calientes” y “El Guardia del Arsenal (Dioni Fernández)”.
Por su parte, el merengue, el primer género musical considerado representante sonoro de la dominicanidad, tiene ejemplos prodigiosos como Johnny Ventura, Wilfrido Vargas, Cuco Valoy y Juan Luis Guerra, este último con aportes dignos de estudio aparte.
Dagoberto Tejeda demuestra que el quehacer artístico dominicano ha sido muy contestatario. Hay una canción que canta libertad en la garganta del autor. Un lápiz que escribe desde la sangre y su voz, la voz de todos. Hay que hacerlo una vez más en rap, trap o dembow. Siempre está nuestro presente, nuestra política y nuestros errores. Para protestar y cantarlo, “Nos sobran los motivos…”

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