En el contexto del “alucinatorio” y precario espectáculo del poscapitalismo salvaje de nuestro tiempo, cultura y producción son dos conceptos terriblemente “desafinados”.
Sin embargo, cultura y mercado se atraen hasta el grado de suscitar la inminente “liquidación” de las tensiones fronterizas entre ética y estética. Ya se ha dicho mucho antes y de múltiples maneras: la difusión de la cultura es una tarea esencial para el desarrollo de la espiritualidad, la sensibilidad, la creatividad y el pensamiento crítico. Y es aquí donde se presenta la rigurosa y primera cuestión: ¿A quiénes y/o a cuáles instancias correspondería asumir esta tarea?
El estímulo y la difusión de los valores culturales, contribuyen al desarrollo integral de las personas, las comunidades y las naciones. Desde luego, para difundir es necesario que hayan valores meritorios porque no puede haber difusión sin producción. Entonces, a la hora de reflexionar sobre esta necesidad, el mecenazgo cultural se constituye en un fenómeno social de suma importancia y múltiples implicaciones.
La noche del pasado viernes 4 de marzo, un público no muy numeroso, pero sí persistente, ávido y bien atento, correspondió a la convocatoria del coloquio “Arte y Mecenazgo Cultural en la República Dominicana”, organizado por el Centro Cultural Perelló con motivo de la clausura de la exposición titulada “Colección Báez Guerrero/Un siglo de Arte Moderno en la República Dominicana”, la cual ha permitido a los miles de visitantes del Centro Cultural Perelló en Baní, apreciar ampliamente el trayecto recorrido por el arte dominicano en los últimos cien años.
Presentado por Julia Castillo Mejía, directora ejecutiva del CCP, el coloquio “Arte y Mecenazgo Cultural en la República Dominicana” ha resultado un foro selecto, privado, público, audaz, atinado, gracioso, repleto de ideas y nuevas expectativas. El escenario perfecto fue el auditorio Manuel de Jesús Perelló. Dos coleccionistas y tres críticos de arte-curadores, cada uno desde su óptica particular, expusieron sobre los fundamentos históricos y filosóficos del mecenazgo cultural; sobre su desarrollo y aportes en nuestro país; así como sobre el papel decisivo que han jugado algunos mecenas y coleccionistas privados dominicanos en la recuperación, conservación, estudio y difusión del patrimonio cultural nacional.
Un foro abierto y fraterno que reaviva la necesidad de estudiar el coleccionismo y el mecenazgo cultural como acciones privadas-individuales y corporativas-de efectiva protección y difusión de la riqueza artística de nuestro país. Un espacio privilegiado para pensar la relación entre arte y mecenazgo, entre cultura y producción, entre estética y ética, ya que, en última instancia, el mecenazgo cultural es la participación de la misma ciudadanía en la conservación y enriquecimiento de su patrimonio identitario. En fin, este coloquio del CCP ha sido un diálogo inconcluso y fascinante que se torna evidencia cristalina de una acción que por sí misma forma parte de la difusión de la cultura.
Marianne de Tolentino, directora de la Galería Nacional de Bellas Artes, reflexionaba inquieta sobre asuntos relevantes del tema analizado al mismo tiempo que reconocía los aportes incontrastables “a través de una auténtica, profunda y ejemplar labor de mecenazgo cultural” de entidades como el Grupo León Jimenes, Juan José Bellapart (Museo Bellapart), Freddy Ginebra (Casa de Teatro), Mildred Canahuate (Fundación Arawak/Museo del Dibujo Contemporáneo), la Familia Perelló, el Banco Popular, la Fundación Corripio y la Fundación Sinfonía, entre otras personalidades e instituciones privadas del país.
Abil Peralta Agüero, director de la Unidad Técnica de Cultura de la Cámara de Diputados, puntualizaba sobre los trascendentales resultados que obtienen las naciones y sociedades modernas al favorecer políticas, plataformas y mecanismos efectivos de apoyo y financiamiento a la cultura: “Desde hace años, países como los Estados Unidos, España, Argentina y otros de Europa, Asia y América Latina, vienen fomentando el apoyo privado a la cultura a través de leyes y beneficios fiscales, inspirados en la idea de que el fomento de la cultura es una inversión necesaria para el desarrollo social”…
Sumamente animados y aleccionadores, resultaron los testimonios de Mario Martínez y Fernando Báez Guerrero. Los dos coleccionistas, evocaron los inicios y travesías de una pasión compartida con sus familias que, en las dos últimas décadas, no solo les ha permitido reunir y disfrutar dos colecciones bastante representativas del arte moderno y contemporáneo dominicano, sino también asumir su responsabilidad como conservadores de las obras y a la hora de compartir o facilitar el acceso del público a sus colecciones.
Y este acceso sí que deviene en experiencia única, ya que las colecciones de Fernando Báez Guerrero y Mario Martínez Fernández son capaces de propiciarnos hasta una lectura cronológica del arte dominicano de las últimas diez décadas. Por ejemplo, ciertos autores, obras y procesos creativos, traslucen líneas constantes de evolución expresiva: Clara Ledesma, Darío Suro, Ramón Oviedo, Alberto Ulloa, Ada Balcácer, Cándido Bidó, Dionisio Blanco, Jorge Severino, Jesús Desangles. En las dos colecciones encontramos obras demostrativas de los altos niveles de creatividad y libertad formal que logran algunos artistas de las nuevas generaciones. Asimismo, uno de los aspectos más destacados de ambas colecciones es que en ellas conviven el gusto personal y la sensibilidad particular de los coleccionistas.