ESPECIAL PARA HOY. Nací tan solo un año después de la Revolución de Abril de 1965, en una época convulsionada, histórica para la República Dominicana, y determinada por el liderazgo y conciencia democrática de quienes encabezaron esa gesta por el retorno a la constitucionalidad.
Mi padre, Salvador Jorge Blanco, fue procurador general de la República en el Gobierno constitucional del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, jugando un rol protagónico junto a otros destacados líderes de la revolución en la redacción, negociación y firma que concluyó con el Acta Institucional que acordó el Gobierno de transición del presidente Héctor García Godoy. El resto de la historia es conocida.
Entre políticos. En los primeros años de mi vida, mi casa de Santiago era frecuentada por los líderes del Partido Revolucionario Dominicano, Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Antonio Guzmán, Virgilio Mainardi Reyna, Casimiro Castro, Ambiorix Díaz Estrella, entre otras connotadas figuras.
En ese ambiente nací y me crié, en un hogar que respiraba política, y que tenía en el perredeísmo su hoja de ruta.
Entrado en 1977, ya con mi padre envuelto en la campaña interna para la candidatura presidencial, mi casa era un hervidero humano, de visitantes de todo el país.
En esa época, entre juegos de baloncesto en el patio de mi hogar, conocí a dirigentes que luego tendrían responsabilidades destacadas en el partido y en futuros gobiernos blancos.
Soy perredeísta desde que tengo uso de razón, con la experiencia viva de campañas como la de 1978 con la victoria del presidente Antonio Guzmán, o cuando mi padre llegó al poder en 1982, y por supuesto, mi trabajo desde la plataforma juvenil del partido en la campaña del presidente Hipólito Mejía en el 2000.
Así como viví esos momentos de gloria electoral para el PRD, también sufrí la amargura de los momentos difíciles de las derrotas.
Funciones. En 1998, por decisión de José Francisco Peña Gómez, fui designado secretario general de la Juventud Revolucionaria Dominicana.
Junto a otros prominentes dirigentes juveniles logramos incorporar la cuota de la juventud en los organismos del partido, un paso gigantesco en la inclusión y apertura del PRD.
Pero, sin dudas, la principal conquista que ha logrado el partido ha sido la reforma estatutaria de 2004 que logró incorporar el voto universal para la elección de los principales cargos partidarios.
Gracias a esa reforma, por el voto universal, he sido electo en dos ocasiones, 2005 y 2009, como secretario general del partido.
Asentir, aunque desapruebe. Como secretario general, he tenido que asumir con responsabilidad las posiciones aprobadas por los organismos del partido, aún cuando no estuviere de acuerdo con sus decisiones, práctica democrática plasmada en nuestros estatutos.
Pero siempre, bajo cualquier circunstancia, he apoyado al PRD y a sus candidatos en todos los procesos electorales que han estado bajo mi responsabilidad: 2006, 2008, 2010 y 2012.
Mi conciencia está tranquila y jamás derrotada, ante quienes movidos por intereses políticos y no legales ni legítimos, pretendieron sacarme del partido por el solo hecho de haber apoyado a quien fue el candidato presidencial del partido en el 2012.
Impensable salir. Que quede claro: nada ni nadie me saca ni me excluye del PRD, pues es mi casa.
Más allá de mi defensa legítima, a través de instancias nacionales e internacionales, no puedo permanecer indiferente a la crisis global que vive el partido.
No tengo odio ni rencor contra nadie. Prueba de ello, es que coloco los intereses del partido por sobre los míos, dejando de lado diferencias que solo obstruyen el camino del diálogo e incentivan el caldo de la división. El PRD me duele, y por ello reafirmo que nunca seré obstáculo para que encontremos una solución definitiva
A diferencia de otras crisis que incluso provocaron divisiones y nacimientos de fuerzas políticas nacidas del PRD, la situación actual es muy diferente a aquellas.
En esta ocasión, la democracia dominicana está herida y golpeada como consecuencia del control total que ejerce el PLD en todos los poderes del Estado.
Enfrentar el caos. El crecimiento económico que solo beneficia al exclusivo círculo de funcionarios del Gobierno y los sectores vinculados a la acumulación de riqueza, generada por la corrupción y la impunidad, obliga a no permanecer con los brazos cruzados.
En contraste con este escenario, el PRD es la principal fuerza política de oposición, a pesar de su crisis, y amplios sectores de la vida nacional exigen y reclaman la superación a nuestras diferencias, y que de una vez por todas, ejerzamos nuestro rol con altura y responsabilidad.
Respeto las opiniones de reconocidos dirigentes del partido que sostienen que, ante la situación que vive el partido, lo ideal sería constituir otra fuerza política que forme parte de una convergencia nacional de oposición, no comparto ese razonamiento, debido a que el instrumento de lucha democrática que es el PRD debe ser, más que dividido en pedazos, ser relanzado en un partido vigoroso con una dirección que resulte electa en el proceso convencional fijado para febrero de este año.
La convención debe ser democrática, abierta y transparente, sin exclusiones, como disponen los Estatutos de 2004, con voto universal.
Con transparencia. También, la convención debe tener un padrón confiable para todos los actores y participantes del proceso.
Y por último, el proceso debe ser administrado por una Comisión Organizadora cuyos integrantes sean aceptados por el liderazgo partidario.
He sido, soy y seré del PRD. Nunca he contemplado formar parte de ninguna otra organización política. Estoy decidido, con más fuerzas que nunca, a luchar por un PRD socialista democrático, que recupere el contrapeso, que sea opositor al Gobierno del PLD, y que vaya con la convicción de ganar el futuro, en el 2016. No tengo dudas, los mejores días del PRD están por venir.