CHIQUI VICIOSO
En un período histórico en que Japón le ha pedido perdón a Corea por sus crímenes de Guerra y la utilización de las mujeres coreanas como esclavas sexuales por el ejercito japonés; en que el Papa reconoce que Galileo tenia razón y pide excusas por los desmanes del Santo Oficio y por la pasividad de la iglesia frente al Holocausto; en que aqui el Arzobispo pide perdón por Meregildo, el Orfanato de San Rafael del Yuma y los abusos sexuales de diáconos y sacerdotes.
En un momento en que la humanidad ha dado muestras de su repudio al genocidio y la tortura a prisioneros de guerra en Irak, Afganistán y Guantánamo, al gobierno de los Estados Unidos se le ocurre convocar a sus países amigos para suscribir una declaración eximiendo a todos sus delincuentes civiles y militares de ser juzgados en otros tribunales que no sean los suyos. Una acción que contradice su constante demanda de extradición de delincuentes dominicanos para su enjuiciamiento por Cortes norteamericanas, presión que también ha provocado mucho revuelo local por lo que implica sobre el sistema judicial dominicano.
Esta medida del gobierno norteamericano parece una reacción defensiva contra el cúmulo de denuncias sobre los supuestos abusos cometidos por sus militares, pero también podría tener implicaciones de otra índole si los países del Tercer y Cuarto mundos realmente desarrollaran su capacidad para enjuiciar local e internacionalmente a traficantes norteamericanos de ninos, ninas, adolescentes y mujeres, una prioridad actual del Departamento de Estado de los Estados Unidos por la cual se está categorizando, otros dirian estigmatizando, a nuestros países.
Los esfuerzos de Estados Unidos por neutralizar al Tribunal Internacional de La Haya al final podrian ser irrelevantes, porque lo que se están proponiendo los países de América Latina y El Caribe es crear Tribunales Ciudadanos en cada país para juzgar y sancionar a militares y civiles nacionales, e internacionales, que sean culpables de tortura, asesinatos, genocidio y trafico y trata de personas. Esta modalidad de hacer justicia es algo que ya, a su modo, han venido haciendo grupos de ciudadanos de Santiago y algunos barrios capitalinos, que arrestan a los delincuentes, los juzgan y luego entregan a los Fiscales correspondientes, dada la insuficiencia policial para dar abasto frente a esta guerra donde las victimas son jóvenes pobres de ambos bandos.
En el caso de la región latinoamericana y caribeña, la iniciativa de formar estos tribunales se gestó recientemente en La Habana, en un encuentro internacional de víctimas del terrorismo, que se realizó entre el 2 y 3 de junio de este año, organizado por el capiítulo cubano de la Red por la Defensa de la Humanidad, a raíz del debate sobre el caso del cubano Posada Carriles, un auto-confeso terrorista que se «escapó» de una cárcel venezolana y se fue a refugiar a los Estados Unidos.
La reunión de las Madres de la Plaza de Mayo; las victimas del Pinochetcidio; de las de las dictaduras militares de Argentina, Brasil, y el Uruguay; de Haití, Centroamérica; Bolivia; y el Paraguay, entre otras, demostró la necesidad de formar una Coordinadora Internacional de Victimas del terror como respuesta a coordinadores del terror, como el Plan Cóndor, una de cuyas acciones fue ejecutar el apresamiento y traslado compulsivo de las victimas de un país a otro, en una acción conjunta de los aparatos de inteligencia y represión de los gobiernos militares que para ese entonces conformaban una infernal maquinaria de destrucción de toda iniciativa democrática.
¿Cuáles serian los objetivos de esa Coordinadora de Victimas?
1.-Dar a conocer la dimensión infrahumana del horror sufrido: las torturas y asesinato de las prisioneras embarazadas y el reparto de sus hijos entre torturadores, en el caso de las abuelas argentinas; la tortura de los niños y niñas para hacer hablar a los padres, en el caso chileno; la brutalidad de los torturadores bolivianos y sus masacres de la población indígena; la tortura de paraguayos por chilenos, argentinos y brasileros; el horror del exterminio en Centro América, con sus 200,000 muertos en Guatemala, El Salvador y Honduras; la guerra sucia de la Contra en Nicaragua, etcétera, etcétera.
2.-Mediante la difusión de estos casos, gestar una respuesta consciente y organizada en cada uno de los países, a través de la concertación ciudadana, una especie de defensoría del pueblo, que cree sus propios mecanismos para enjuiciar a esta sub-especie de la raza humana que son los asesinos y sus cómplices. Tribunales morales que contribuyan a su develamiento y repudio generalizado, aunque en lo inmediato no se puedan meter en otra cárcel que no sea la del ostracismo social y el menosprecio.
De consolidarse estos Tribunales, la iniciativa del actual gobierno de George Bush contra el Tribunal Internacional perdería todo sentido, porque ya no se trataría de invalidar una institución internacional, sino a cientos de Tribunales, uno en cada país.
Un proceso que de seguro movilizará la gran reserva moral de lo mejor de los Estados Unidos (sus iglesias, movimiento por los derechos civiles, de mujeres, medio ambiental, obrero, de escritores, entre otros); y el espíritu democrático de los hijos e hijas de Walt Whitman y Emily Dickinson, contra una medida que solo contribuye a erosionar la credibilidad moral y judicial de su país ante los ojos del mundo.